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Legislatura para tiempos duros
El Rey se despidió oficialmente del Gobierno en funciones el mismo día en que se constituyeron unas Cortes Generales que le rindieron homenaje en el Congreso por su «papel moderador» y su gran contribución a la democracia. Don Juan Carlos aprovechó el brindis del almuerzo con el gabinete socialista para lanzar un mensaje dirigido a la clase política, pero no sólo a ella. Advirtió de que llegan «tiempos muy duros», pero animó a trabajar a todos para ganar la batalla al paro y consumar la «victoria definitiva» frente al «cobarde y estéril terrorismo». El Rey apeló a un esfuerzo colectivo para una misión nacional. Un mensaje conveniente para reforzar en los parlamentarios la convicción de que lo que aguarda al país es el mayor desafío desde la Transición y subrayar la necesidad de que estén a la altura. Don Juan Carlos ofreció un aliento de optimismo y confianza en nuestras posibilidades como nación ante retos de tal envergadura, incluido el terrorista. El espíritu de las palabras del Rey impregnó también la primera intervención del nuevo presidente del Congreso, Jesús Posada, consciente de «los graves problemas» del país. Su llamamiento al «esfuerzo generoso de todos», porque «la tarea no es de un solo grupo, por muy numeroso que sea, sino de todos», trazó los parámetros en los que la nueva mayoría pretende encuadrar la actividad parlamentaria en la nueva legislatura. Una intención que el futuro presidente del Gobierno había expresado en varias oportunidades y que se resume en que el objetivo frente a la crisis y el paro debe ser sumar fuerzas e intereses y no restar ni perderse en estériles discusiones. La suerte de los próximos cuatro años dependerá en buena medida de que ese propósito sea también la voluntad del primer grupo de la oposición, más allá de su legitimidad para plantear un ejercicio riguroso en la tarea de control al Gobierno.
Sin embargo, el primer día del Congreso ofreció detalles que demuestran que algunos, desde la izquierda, no tienen claro el nítido mandato de los españoles ni parecen dispuestos a arrimar el hombro. El «circo» creado por algunos diputados separatistas y comunistas con las fórmulas de acatamiento de la Constitución supuso un presagio poco alentador sobre la voluntad con la que afrontan su trabajo parlamentario en años tan exigentes y adversos. Del mismo modo, la presencia de ETA por medio de Amaiur en la Cámara culminó un retroceso en toda regla en la lucha de la democracia contra el terrorismo. Que además logre grupo parlamentario sin reunir estrictamente todos los requisitos exigidos por la Ley y sólo gracias a una triquiñuela reglamentaria resultaría lamentable. Cabe esperar que el Estado de Derecho se mantenga firme y que populares y socialistas entiendan que lo importante es sacar a España adelante.
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