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Las entidades sociales alertan del aumento de los «sin techo»

El 5 por ciento de las personas que pide ayuda a Cáritas vive en la calle

Un grupo de indigentes pasa la noche fuera de un mercado en El Clot
Un grupo de indigentes pasa la noche fuera de un mercado en El Clotlarazon

BARCELONA- Desde enero a noviembre de este año un total de 1.048 personas que viven en la calle han acudido a Cáritas a pedir ayuda. «Este colectivo representa ya el 5 por ciento de las personas que acuden a nosotros y es ligeramente superior al del año pasado que rondaba el 3 por ciento», explica la jefa del programa de Inclusión Social de Cáritas Diocesana de Barcelona, Teresa Bermúdez. «El incremento de personas sin hogar que piden ayudas lo vamos notando desde hace tiempo», añade. «Gente en la calle siempre ha habido, pero en un contexto muy distinto. Ahora lo que nos preocupa es la situación de desesperanza que vive este colectivo, ya que el sentimiento de que no se van a salir es cada vez mayor», subraya. «El escenario que vemos es cada vez peor, la gente está sufriendo mucho», lamenta. «Personas que ya se habían recuperado de esta situación vuelven ahora a llamar a nuestras puertas y el 8 por ciento de las personas que vienen a pedirnos ayuda por primera vez, no tiene hogar», alertan desde la entidad diocesana.
«Hay mucho aún por hacer»
«Ha de haber una apuesta conjunta entre Ayuntamiento y Generalitat», instan desde la entidad. «Las personas sin hogar no han sido nunca, ni ahora ni en tiempos de bonanza económica, una prioridad política del país. Sin embargo, el estado del bienestar no pude permitirse tener a gente durmiendo en la calle», critican desde Cáritas. «Aunque hay voluntad de mejorar por parte de las administraciones hay aún muchas cosas por hacer y mucho trabajo de coordinación pendiente», concluye Bermúdez.
Por su parte, desde la Fundació Arrels consideran que se debe fortalecer y avanzar en la prevención. «Más vale prevenir que curar», recuerda el portavoz de la Fundació Arrels, Ramón Noró. «Por ahora vamos viendo algunos cambios y sensiblemente un aumento cuantitativo de gente que vive en la calle, pero la situación se agravará», alerta el experto. «Cuanto más tiempo dure la crisis, más gente está expuesta a sufrir el riesgo de acabar en la calle», advierte. «Vivir en la calle viene dado por una suma de causas. Todos estamos rodeados por una telaraña, por unos hilos que nos sostientan: la familia, la salud, el trabajo… Por determinadas circunstancias, algunos de estos hilos pueden romperse hasta que se desmonta nuestra telaraña. Y hay gente que les ha tocado vivir un ambiente demasiado fuerte y no lo soporta», compara Noró. «Cuando una persona está en la calle desde hace tiempo hasta que sale de esa situación, se produce un largo proceso de acompañamiento y de atención personalizada», dice. «Están desencantados con la vida, con la autoestima muy baja, y nuestra tarea es ganarnos su confianza día a día para que en el momento en el necesiten algo o quieran dejar la calle nos lo comuniquen y activar un protocolo urgente para actuar rápido y no se arrepientan», describe. «A medida que la persona se deja ayudar, aumentan sus necesidades hasta que se consigue ubicarla en un hogar y va recuperando su autonomía», añade. «Hace falta continuar dándoles soporte el tiempo que haga falta, cuidar y estimular a la persona», explica.


Con estudios y cada vez más jóvenes
La Fundació Arrels es una de las entidades sociales que está en la primera línea de actuación con los indigentes desde hace más de 25 años. «Atendemos a gente que lleva mucho años en la calle en situaciones consolidadas pero también a caras nuevas», explica su portavoz, Ramón Noró. «El perfil cambia, ahora notamos una tendencia a rejuvenecer, hay más jóvenes en la calle e incrementan las mujeres, que ya se sitúan entre el 15 y el 20 por ciento», dice Noró. «Según el Instituto Nacional de Estadística, el 13 por ciento son personas con estudios universitarios», añade el experto. Sin embargo, «son personas que sufren adicciones, problemas psicológicos y algunos enfermedades mentales», describe. «Por una parte, está el indigente más visible, que va con su carrito lleno de trastos arriba y abajo. Pero también se da el que nunca te imaginarías, que va con una chaqueta y una camisa limpia y juega al dominó cada tarde en los centros de atención diurna», diferencia. «Durante el día, los sin techo suelen dejarse ver por las zonas del centro de la ciudad o tocando el mar ya que buscan más turismo, pero por la noche muchos de ellos buscan tranquilidad para dormir y suben a zonas más altas como Sarrià o el Eixample para pasar la noche», detalla Noró.