Filipinas

El «bluff» de Sayles y la rareza de «Aita» por Carlos PUMARES

El «bluff» de Sayles y la rareza de «Aita», por Carlos PUMARES
El «bluff» de Sayles y la rareza de «Aita», por Carlos PUMARESlarazon

Tremenda es la caída que ha vivido la sección oficial de este Festival de San Sebastián, como si al director saliente poco le importaran los títulos y la calidad. Y no nos olvidemos de que esa es la columna vertebral de cualquier certamen. Los apartados paralelos, por muy buenos, completas y abundantes que sean, no lo salvan. El esquema que se creó con Diego Galán hoy está más que agotado. No hay lugar, por ejemplo, para una sección de cine latino, que no tiene sentido cuando existe un festival como el de Huelva, especializado en ello. En cuanto a las retrospectivas, que miren, por ejemplo, cómo lo hizo Berlín hace años, cuando presentó «La evolución del color» o «Cincuenta obras maestras». ¿Qué hará José Luis Rebordinos, el director para la edición de 2011? ¿Será continuista para que todo, al cabo, siga siendo igual? Lo veremos dentro de un año. A falta de un día para que concluya el festival, ayer se proyectaron a concurso «Amigo» de John Sayles», considerado como un adelantado del cine independiente americano, pero que sólo es un «bluff». El director centra la acción en una isla en Filipinas, a donde llega un grupo de americanos que rápidamente se convierten en protectores de los habitantes. La acción se embarulla y Sayles acaba la cinta de manera abrupta sin saber bien qué es lo que quiere contar.
Por parte española le tocó el turno al director José María de Orbe, que exhibió «Aita», que no es una mala cinta, lo que sería reconocer que se trata de una película. La cámara permanece fija tanto, que parece que se hubiera quedado cimentada en el suelo, e imperturbable. Una maestra, por ejemplo, explica a unos alumnos la rivalidad de unas familias, aunque no sabemos con qué motivo. La cinta opta a la Concha de Oro y también concurre en el apartado de nuevos directores. Es una de esas «rara avis» con las que, de vez en cuando, nos topamos.


Carlos PUMARES