Casas reales
Las lolitas Grimaldi por Lluís Fernández
Grace Kelly fue una mujer bellísima, de una frialdad casi estatuaria. Pasó por Hollywood como una recatada estrella cuando la verdad es que fue una depredadora. Sus romances con numerosos actores así lo confirman, hasta que se casó con el príncipe Rainiero Grimaldi en la que fue, junto a la de Fabiola, la boda del siglo pasado. Sus dos hijas marcaron con sus escándalos sexuales y amorosos, y su falta de discreción, los años 80 y 90. Rivalizaron en belleza con su madre, como sus nietas, todavía más bonitas, tratan de superar el récord de sus progenitores, entre la realeza de «alta cuna y de baja cama», que cantaba Cecilia.
La nueva belleza de Mónaco se llama Carlota Casiraghi, hija de aquel espléndido «bon vivant» que fue Estéfano Casiraghi. Con la belleza serena de su madre y la distinción principesca de su abuela, se está convirtiendo en el más bello reclamo publicitario de Mónaco. Su ruptura con el hijo del multimillonario Guy Dellal y el recién estrenado romance con el polifacético humorista francés Gad Elmaleh prometen una vida amorosa a la altura de sus ilustres antepasados.
Paulina Ducruet Grimaldi, hija de Estefanía y el guardaespaldas Daniel Ducruet, tiene diecisiete años y ya se anuncia como la nueva lolita del Principado. Posee los rasgos del padre, el aura difusa de la madre y la figura un tanto redondeada de los Grimaldi, pero acaba de dar la sorpresa y, cuando menos se lo espere, puede relevar a Carlota. Algo que no hará su prima Camila María, la hija menor de Estefanía con el otro guardaespaldas Jean Raymond Gottlieb, una adorable niña de catorce años megagordita.
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