Relevo en el PSOE
Brazos caídos por Alfonso Merlos
Para el PSOE arranca la campaña del desencanto. Los 134.000 parados más del mes de octubre son una losa para Rubalcaba y significan el principio del fin de este irresponsable y sectario experimento que deja una España desanimada y desfondada, en la UCI. Visto lo visto y escuchado lo escuchado en la decadente conjura de Alcalá, el candidato socialista no da para más en el momento en el que debería estar metiendo la cabeza ya para superar a Rajoy en la «foto-finish». O así lo vendían en Ferraz hace cuatro días. Pero las sobresalientes virtudes, el inabarcable liderazgo y las egregias dotes para superar titánicos desafíos del genio de Solares eran, y son, simplemente, mercancía averiada. Ahí están la demoscopia y la respuesta provisional de los españoles. El aspirante rojo llega a este sacrosanto trámite democrático hecho jirones, abrasado en su impotencia y en la de su gabinete electoral. Es irrelevante que en los baños de multitudes que tiene por delante, incluido el mitin en blanco y negro con Guerra y González, se encorajine más o menos, saque su temible ardor guerrero más o menos, refine sus esqueléticas y desatinadas propuestas para el cambio, más o menos. A los socialistas les ocurre lo que a ese medio millón de españoles que conforman una triste bolsa de parados desencantados y que no realizan una búsqueda activa de empleo porque han perdido toda su esperanza. Los socialistas necesitan los votos, pero esa petición baldía de los apoyos va a ser una pamema. Al tiempo.
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