Castilla y León
RAQUEL IBÁÑEZ / Doctora en Biología Molecular y Promotora de Science Fantasy: «Propongo una ciencia más cercana y divertida a la que se le pierda el miedo»
Al igual que las chicas más deseadas, la ciencia no sólo es divertida, sino también hermosa. Aunque en ocasiones tenga tan mala fama como las trastiendas de algunos bares al amanecer, ha conseguido que el mundo sea bastante mejor de lo que era, además de resultar una gozosa fuente de entretenimiento.
Desde los experimentos de Lavosier para comprender la combustión hasta las investigaciones genéticas con moscas drosophilas de Benzer, la ciencia nos ofrece incontables razones para pasarlo en grande. Parece que sonríe a otros, pero también nos mira a nosotros. Sólo hay que dejar el miedo en el guardarropa:
«He disfrutado de mi infancia muchísimo. Siempre he sido la niña más feliz del mundo. Mi recuerdo más intenso es jugar con mi hermano, sin necesidad de juguetes. Nos bastaba con estar juntos».
Y tirar de imaginación.
Que nunca falla. Al comienzo de mi infancia vivíamos en la Plaza Mayor, al lado del ayuntamiento. Recuerdo jugar sin coches, entre la Plaza Mayor y Poniente. Mi infancia fue correr, reír y divertirme.
¿Cuándo empieza tu interés por la ciencia?
Sobre todo, a raíz de la serie de animación La vida es así, de la que era una gran aficionada. Además, como habrás podido suponer, era una niña muy preguntona. Siempre he sido una persona con curiosidad, que quiere conocer las cosas.
Y eso te llevó a la Microbiología.
Es que, desde muy pronto, ya sabía que quería hacer Biología. Me interesaba tanto todo lo que tuviera relación con la vida… Al terminar la carrera, pensé que la Microbiología era algo que había que descubrir.
Te doctoraste fuera de España.
Bueno, verás, la carrera me decepcionó bastante. Lo que habían hecho era matar mi imaginación en vez de estimularla. Y decidí hacer investigación. Lo primero que hice fue intentar conseguir una beca en España, pero no había posibilidades. Y así es como acabé en Australia, el destino más lejano.
¿Cómo fue tu llegada allí?
El primer año fue muy duro, pues mi inglés era muy básico. Tuve que aprenderlo muy rápido, por necesidad. Además, empecé a hacer un doctorado en una universidad donde no terminaba de encajar, por lo que a los pocos meses tomé otra decisión: dejarlo.
¿Y qué hiciste?
Pues la verdad es que no sabía si regresar a Valladolid o buscarme la vida en otro sitio. Entre tanto, me fui a Japón y allí me salió otro doctorado en Australia, bastante más ajustado a lo que yo quería.
¿Cómo es el modelo anglosajón de universidad?
La mayor diferencia es la mentalidad del estudiante. Los estudiantes españoles ven la carrera como una simple continuación del instituto, con la aspiración de ser funcionario. Allí es muy distinto.
Se premia la excelencia, la inquietud.
Por eso la universidad es para unos pocos que realmente quieren estudiar, lo que se traduce en que es gente con iniciativa. Eso mueve a los estudiantes a emprender, con sus propios recursos.
Lo que entronca con una mentalidad capitalista.
Y no te olvides de que es gente que está acostumbrada a pagar sus estudios, a diferencia de aquí. En general, la gente es más emprendedora. Y es por esa mentalidad que mencionas, claro.
Me da que aquí ni siquiera la intuimos.
Hombre, nuestros padres querían que fuéramos a la universidad, dado que ellos no habían podido. Eso también nos ha influenciado. En un país anglosajón la universidad supone el deseo de tener una formación de alto grado para un trabajo concreto. Aquí no.
Raquel Ibáñez nació en Valladolid. Entusiasta y entrañable, además de espabilada, es doctora en Biología Molecular y Biotecnología por el Australian Center for Astrobiology (University of New South Wales, Sidney). Desde allí volvió a España para emprender su propio proyecto empresarial. Convencida de que hay que hacer un esfuerzo para divulgar la ciencia, creó el Science Fantasy, un proyecto que hizo que en 2009 la Junta de Castilla y León le concediera el Premio a la Iniciativa Joven Empresarial. Dos años después, sigue en la pelea, segura de que su proyecto va a funcionar en su tierra. Toda una apuesta y todo un ejemplo para la Comunidad. Como cantaba Radio Futura, hace falta valor:
«A medida que desarrollaba mi investigación, empecé a trabajar en un museo de ciencia interactivo, cara al público, interactuando con él. Aquella labor divulgativa me encantaba».
¿De ahí surge Science Fantasy?
De ahí y de una noche en que estaba celebrando el doctorado con un grupo de amigos. En nuestro centro había desde astrofísicos a biólogos. Y entre todos discutíamos acercar la ciencia a la gente sin la necesidad de una educación reglada.
Las noches de fiesta dan para mucho.
Y aquella lo dio, sí. Decidimos que para acercar la ciencia a la gente lo mejor es hacer talleres, espectáculos que atraigan. La ciencia está ahí, al alcance de la mano. Lo que falta es la motivación.
Y en algunos países más que otros.
La ciencia se observa con desconfianza y con miedo, que es lo que lleva a la falta de interés. En mi caso, me he tirado toda la vida intentando explicar a mi familia qué es la Biología Molecular, sin que aún lo tengan claro. Fíjate que, si de repente les aparecen pulgones en el campo, me preguntan a mí qué tienen que echar para matarlos…
En España hay muy poca divulgación. Se vende mal.
Tanto es así que hablas con una persona de la calle de política y te podrá dar mil opiniones al respecto. Sin embargo, la gente no sabe lo que es una célula madre, por lo que no opina. Ese déficit es el que trata de cubrir Science Fantasy.
Y sin ciencia, el mundo sería mucho peor.
Sin duda alguna. Vivimos en un mundo donde los avances científicos son constantes. Pero todo el mundo tiene un teléfono móvil y la gran mayoría no sabe cómo funciona, incluso le da miedo. Ni siquiera se sabe qué es una radiación no ionizante.
Eso da lugar a equívocos…
El más conocido es el tremendo pavor a que te pongan una antena de telefonía cerca de casa. No hay estudios concluyentes. Es más, tiene más radiación el sol cuando andas por la calle que esa antena. El desconocimiento siempre hace mucho daño.
El gran Feyman decía que, para avanzar, hay que demostrar las equivocaciones lo más rápido posible…
La ciencia es apasionante. En todos los sentidos. Cuando intentas descubrir algo, aunque sea un experimento casero, aunque sea muy sencillo, lo divertido es equivocarte y averiguar en qué te has equivocado. La ciencia es un montón de fallos hasta llegar a la respuesta correcta. ¡Y eso es muy divertido!
Además de creativo.
Entre un científico y un artista apenas hay diferencias. Ambos son rigurosos, con métodos muy precisos, pero también existe la parte intuitiva, casi mágica.
No sé si la ciencia es también machista. Se habla de Watson y Crick, pero se olvida a Rosalind Franklin.
Eso es cierto, aunque sabes que en ese caso hay cierta intrahistoria… Venimos de una tradición y una cultura donde el único que trabajaba y hacía cosas era el hombre. Y la ciencia no podía ser menos, porque el mundo de la ciencia también era masculino.
¿Eso ha cambiado?
Poco a poco. La capacidad lógica que tenemos las mujeres de manera natural es muy importante. En el caso de la ciencia se agudiza mucho, sobre todo en investigación. El problema sigue siendo que las mujeres tienen que dedicarse a otras cosas, como la familia. Es algo que se ve en cada laboratorio.
Con la física a la espera de lo que ocurra con el escurridizo bosón de Higgs, ¿éste va a ser el siglo de la Biología?
Indudablemente. Todos los grandes avances que se están haciendo en Biología son gracias a la Microbiología y a la Genética. Ahora se empiezan a investigar y a desarrollar ciertos ámbitos, sobre todo en Genética, en algunos casos sin conocer las consecuencias.
Lo que plantea dilemas éticos.
Tradicionalmente, al ir al margen de la religión, a los científicos se nos ha visto como poco menos que aprendices de brujos. La ciencia no debería estar excluida de la moral y de la ética. Por ejemplo, el estudio de las células madre requiere de una visión ética muy fuerte…
¿Y se tiene esa visión?
No siempre. Debería haber una mayor decisión moral. Para ello, debe llegar, con sus pros y sus contras, sin prejuicios, a la opinión pública, como ha pasado con la experimentación con animales. Eso ayudaría a crear una moral específica.
De paso, también muchas dudas.
Y la gente no quiere hacerse preguntas… La ciencia y la filosofía vienen de la mano. Por eso, cuanto más descubramos cómo funcionamos, más sabremos de nosotros. Y más podremos mejorar la vida. Pero es un camino muy largo, muy arduo.
Como el que has emprendido con tu proyecto.
Ahora, cuando miro hacia atrás, supongo que pertenezco a ese grupo de cerebros que se escapan de Castilla y León para estudiar. La diferencia es que yo he vuelto. Y el regreso es complicado, porque tienes que volver a cambiar la mentalidad.
¿En qué sentido?
Cuando pasas mucho tiempo fuera, sobre todo en esa época de los veinte en la que sigues creciendo, te acostumbras a una forma de pensar. Y regresé a una sociedad muy tradicional, muy conservadora. Pero Castilla y León tiene un potencial enorme, que tal vez aún esté por descubrir. Creo en esta tierra
Es una forma de compromiso.
Vaya, entiendo que la gente se marche, porque el trabajo está realmente mal para los individuos más cualificados. Sin embargo, quiero hacer algo aquí. Incluso he rechazado trabajos del extranjero. Ahora, todo tiene sus límites…
La Junta te distinguió con el premio Joven Iniciativa Empresarial 2009…
Fue un empujón para dar a conocer el proyecto y ayudó a que se me abrieran las puertas de la Administración Pública. Pero, al mismo tiempo, el proyecto necesita de un apoyo financiero. Y no lo he encontrado. Sigo funcionando con los clientes que tenemos…
¿Falta que la empresa privada se implique más?
Las empresas invierten en I+D, para su beneficio. Lo que no se ve en España son empresas dedicadas a invertir en el área científica, por lo que al final todo depende de la motivación de algunas personas, como profesores. Parece que no es imprescindible esta inversión…
Ahora tú eres ya el mundo de la empresa.
Que era algo nuevo para mí. Venía de trabajar en laboratorios, así que imagínate la diferencia… No obstante, en ambos casos tienes unos objetivos que cumplir, para lo que cuentas con unos recursos. Y en eso son muy similares…
¿En qué consiste Science Fantasy?
Básicamente, en hacer una ciencia que sea tan divertida como cercana. La idea es que quede la sensación de que la ciencia es algo que tienes alrededor que es tuyo y saber así por qué las cosas funcionan como funcionan. Se trata de perder el miedo a la ciencia…
Ponme algún ejemplo…
Estamos desarrollando una serie de espectáculos sobre la electricidad, algo sin lo que no podríamos tener la vida que tenemos. Pretendemos que la gente entienda todas las posibilidades que tiene la electricidad. Si en un espectáculo creamos rayos de tres metros, fascina a todo el mundo. Lo atrae. Y a partir de ahí explicamos qué es la electricidad.
¿Estos espectáculos son para todo el mundo?
Están hechos para todos, son familiares. Pero hacemos espectáculos específicos por edades. Por ejemplo, cuando hablamos a los niños del efecto Venturi. Sin embargo, lo que hemos descubierto es que al final los más interesados son los padres…
¿Es fácil atraer a los más pequeños?
Ellos lo ven como magia. Con cuatro cosillas vistosas, salen encantados. Pero lo bueno, como hablábamos, es que sean los adultos los que empiecen a cambiar la mentalidad, porque ellos serán los que más tarde motivarán a sus hijos...
¿Cambió la idea original del proyecto?
En los dos últimos se modificó bastante. Empezó siendo un proyecto muy ambicioso con el Teatro de la Electricidad, pero la realidad se impone...
Con todo, ahí sigues.
No pienso dejar de intentarlo. Muchas empresas que quieren presentar un producto, como las farmacéuticas, nos llaman y nos contratan. Y ahora también estamos haciendo experimentos de ciencia para la televisión.
¿A Castilla y León le falta empuje?
Hay cierta división histórica. Por ejemplo, hay quejas en cuanto a que la administración se halle en Valladolid. En cierta forma, hay algo de razón en esa queja… Pero no se puede pensar a estas alturas que cada provincia es la mejor.
¿Cómo es el castellano y leonés?
Gente directa, que aprecia que los demás vengan con la verdad por delante. Eso puede ser duro, pues está determinado por un carácter recio, algo seco, pero es necesario. Si lo ves con perspectiva, te encuentras con sorpresas gratas…
Quizá hayan leído que el número de genes que nos separa de un chimpancé no es tan grande. No se alarmen: un tubérculo de patata alberga el doble que nosotros. Lo importante no es la cantidad que tengamos, sino qué función cumple cada secuencia de nucleótidos. Y nos jugamos nuestro carnet de baile a que una de ellas es la de la curiosidad. Sin duda esta inquieta vallisoletana tiene ese gen. Empiecen por www.sciencefantasy.com. No lo lamentarán, como pasa con algunas miradas durante esas noches en que el mundo parece estar ordenado.
DE CERCA
-Un libro.
-El señor de los anillos.
-Una música.
-Diane Reeves.
-Una película.
-Buenas noches y buena suerte.
-Un científico.
-Marie Curie
-Un sueño.
-El teletransporte.
-Una virtud y un defecto.
-Empatía y caos.
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