Literatura
Nosotros no éramos por José Ignacio ARRANZ
Confiemos en que «ahora sí», Alemania haya encontrado definitivamente el origen de la enfermedad de transmisión alimentaria que viene padeciendo, y nosotros, con-padeciendo, aun con plena seguridad alimentaria. Sin tener acceso a los hallazgos que llevan a las autoridades alemanas a poner de largo otro culpable (parece que «ahora sí»), cuesta trabajo asumir que la pesadilla ha terminado. Esperemos que en pocas horas quede disipado cualquier indicio de duda que aún pueda permanecer en la mente de todos los que, de una u otra forma, hemos padecido esta desafortunada concatenación de palos de ciego.
Precipitación y prepotencia
Sin haber padecido aquí la crisis, la gestión alemana nos ha hecho muchísimo daño. Un episodio tan complejo no se podía gestionar con herramientas como la precipitación, la ligereza y la prepotencia. Cabe comprender (nunca justificar) que ante un «boom» de casos, las autoridades alemanas, asustadas, se precipitasen. Pero cuando la realidad les demostró que habían errado, a sabiendas se mantuvieron firmes. ¿Quizá porque no tenían una explicación plausible que dar a sus ciudadanos…? Han cometido errores de bulto en la gestión de este incidente. No se si existió descoordinación. Pero es evidente que la investigación epidemiológica y la microbiológica no han ido de la mano. Lo que más llama la atención es la frivolidad con la que Alemania transgredió las reglas del juego de la Red de Alerta Europea. No hay que cambiar las reglas. Basta con hacerlas cumplir. Para muchos, el mito del rigor alemán se ha derrumbado dos veces. Lo malo es que nos han caído encima los escombros. Al menos, aquí, sigue siendo seguro comer de todo.
José Ignacio Arranz
Director General del Foro Interalimentario
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