Historia
Volver al campo por Antonio PÉREZ HENARES
En estos duros tiempos del paro y del desahucio que nos acompañan, no son pocas las miradas angustiadas que desde las ciudades se dirigen al campo, de donde una vez tal vez se salió, atisbando la posibilidad de un regreso. El sector primario resulta que está aguantando mejor que ningún otro, como por otra parte era lógico, esta crisis que desde hace cinco año no escampa.
Y algunos están volviendo. Pero he de decirles que no es tarea fácil regresar al campo. Quien piensa que puede tornar a la tierra y solar originales, o de los padres, y ponerse sin más a cultivarla y a que pueda ofrecernos un medio de vida deben saber que es mucho más complicado de lo que parece.
El campo ha sufrido una extraordinaria transformación y para meterse a agricultor o a ganadero no es cuestión sólo de disponer de algunas tierrecillas y ¡ale! No. Hoy hay que ir pensando en una importante inversión, lo primero y primordial en maquinaria, sin pasar por alto luego el gasto en semillas y en los abonos ¡ah! Y los papeles, porque el papeleo del mundo del campo es atroz y más difícil que ninguno. De hecho, hoy cada labrador lleva ya dentro una mezcla de economista y abogado.
Así que no es por desanimar que, como digo, algunos lo están haciendo y han logrado abrir explotaciones, que, eso también, aunque esté en el pueblo, no tienen por qué ser precisamente agrarias. Hay posibilidades muy variadas y, desde luego, la vida allí es más barata. Es cuestión de formación, aptitudes, ideas y trabajo.
Cada uno puede pensarse un nicho y ver si sale. Pero hay uno que ya les anticipo que está muy explotado: el de las casas rurales. Fue toda una eclosión en su momento y lo cierto es que las hay a patadas y por todos los lugares. Y viajeros no hay para tantas.
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