Guadalajara
La kufiya goyesca
La secretaria general del PP se presentó el domingo en Guadalajara con un supuesto pañuelo palestino, luciendo sonrisa y rodeada de alcaldes. No recuerdo quién dijo que la estética es una forma de ética, pero algo de esto debió pensar la «número dos» del partido antes de rebuscar en su fondo de armario. En todo caso, discrepo de que la prenda sea una kufiya de esas que se llevó a la tumba el pajarraco indultado por el jurado del Premio Nobel que fue Yasser Arafat. No es por hacer un pliego de descarga, pero miren bien. A mi los cuadros del susodicho pañuelo me recuerdan más a los que llevaban los goyescos Curro Jiménez, El Algarrobo, El Estudiante y El Fraile en sus aventuras por la Serranía de Ronda. Si la tendencia estética de la Cospedal cabalga por este camino, la elección ya es bastante más tranquilizadora, porque impuesta ya en la calle la sensación de que la política es un ejercicio de atraco y bandolería, mejor pasar por ser el bandolero justiciero que le mete las cabras en el corral a los franceses.Dice Cospedal que el «el PP es el partido de los trabajadores». Nada menos. Y, siguiendo el silogismo, Rajoy debe aspirar a ser el «working class hero» (héroe de la clase obrera en versión Lennon) que dejó de ser Rodríguez Zapatero cuando cargó el arcabuz de los recortes.No es por afearle la estrategia al Partido Popular, pero la ideología se ha puesto fácil. Fácil, fácil. En este país y en todos los que hace mucho tiempo que sólo gobiernan los mercados. Mirémoslo por donde queramos. No hay partido que en un momento de crisis como el actual haya podido mantener sus diferencias programáticas respecto a la competencia. Por encima ha estado el dedo índice del Fondo Monetario Internacional y el de los «lobbys» de las grandes multinacionales. Cospedal se puede anudar el pañuelo palestino o el de Curro Jiménez, Zapatero el rojo de Rodiezmo y Rajoy, si quiere, comprarse las gafas redondas que daba la Seguridad Social británica para cantar en el Congreso «Working class hero». Ya está probado que la ideología se ha reducido a pura estética.
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