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La cortesía verbal por Ramón Sarmiento

La Razón
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¿Es el español actual menos cortés que el de épocas anteriores? En el siglo XX, Ortega y Gasset tildó a España de «imperio indiviso de la descortesía». Ahora, lo que más fastidia en un país cuya moneda de cambio ha sido la corrupción es, según Pérez-Reverte, el compadreo generalizado. Como el que se estila en la barra de un bar tras la consumición: «¿Qué le debo?». Contestación: «¿Qué has tomado?». Cortesía, según el DRAE, «es la demostración o acto con que se manifiesta la atención, respeto o afecto que tiene una persona a otra». Cierto es que estudios recientes resaltan la marcada tendencia del español hacia la cortesía positiva (familiar, informal) en contraste con la cortesía negativa (formal) de otras lenguas. No obstante, más allá de constatar empíricamente tal uso, todavía no se ha dado una explicación satisfactoria de esa tendencia en la línea de la norma social de B. Fraser.
La confianza asoma en todo tipo de instituciones; se prodiga en bares, kioscos y otros establecimientos como endémica. Pero tendría que darse también en aquellas empresas que gozan de la confianza del cliente, como en El Corte Inglés o Iberia. Y no ocurre así: lo prueba el trato formal, contrario a la confianza, dispensado a sus clientes. Pues, según el refrán, «buen porte y buenos modales, abren puertas principales». Todo esto lo advirtió hace varias décadas Dámaso Alonso, quien opinaba que el uso excesivo de tú en lugar de usted había derivado en una suerte de afasia semántica donde el tuteo había perdido su valor anterior de verdadera confianza: «¡Qué suave era el usted, qué sincero, cuántos matices permitía! La amistad, el tú, se ganaban, se construían lentamente. El tú era entonces un verdadero tú».