Belleza
No deje que cualquiera le rellene los labios por José Antonio VERA
Es una opinión generalizada que unos labios gorditos resultan más bonitos. Además, parece demostrado que las mujeres con una boca ligeramente voluminosa aparentan menos edad. Quizás por esa razón el relleno de labios se ha convertido en una de las operaciones de estética más comunes. Habitualmente con éxito, pues hay ya mucha experiencia acumulada entre quienes trabajan la reconstrucción de esta parte del cuerpo. Aunque en ocasiones el resultado no sea tan bueno.Son legión ahora los casos de mujeres arrepentidas por haberse retocado los labios. ¿Por qué?. Si bien al principio estaban muy contentas, con el tiempo la boca se les ha quedado como impersonal, y a veces incluso deformada, con granulomas e inflamaciones frecuentes, lo que obliga a las afectadas al uso de corticoides y otros productos de farmacia con efectos temporales, pero no definitivos. Llegados a este punto, estas personas empiezan la búsqueda de especialistas en sentido inverso. Si antes querían engordarse los labios, ahora lo que pretenden es devolverles su aspecto original. Cosa que no siempre es fácil, porque con frecuencia se han producido ya efectos perniciosos. Es verdad. Parece que en los últimos tiempos ha aumentado el número de mujeres que acuden a los centros de estética para intentar reducirse los labios. Muchas reconocen que se dejaron intervenir con cierta alegría por «profesionales» a quienes no exigieron documentación ni la autorización pertinente para el trabajo que estaban realizando. Ha sido bastante común que quien se sometía a una intervención de este tipo no exigiera más de lo necesario. El resultado, implantes mal hechos en sitios médicos no autorizados. Antes los pacientes no tenían muy en cuenta los riesgos y acudían a clínicas sin garantías en donde les prometían excelentes resultados a un coste ridículo y con presuntamente más duración. Si bien en un principio el resultado era aparente, la verdad es que con el tiempo aparecían problemas. Reacciones y efectos secundarios derivados del uso de productos difíciles o imposibles de eliminar sin cirugía. Siendo lo peor que, en bastantes casos, las afectadas ni tan siquiera sabían el tipo de relleno que llevaban.La cuestión es que un implante deficiente no es un problema baladí, que haya que minusvalorar. Han sido rechazados los denominados «biopolímeros», basados en silicona líquida, muy usados en otra época y que acababan produciendo un efecto parálisis en el rostro. También el botox, pues la toxina botulínica afecta a los músculos implicados en el movimiento labial causando problemas de movilidad. Ahora lo que se emplea con frecuencia es el ácido hialurónico reticulado, un producto que el organismo genera y reabsorbe con facilidad, sin producir rechazo. Y también la grasa propia, o bien músculo que se extrae del cuello del propio paciente. Lo importante es tener consciencia en que sólo los productos de uso exclusivamente médico no tienen esas consecuencias, siendo desaconsejados los no reabsorbibles. Afortunadamente se va imponiendo el sentido común, y cada vez las mujeres y hombres que se someten a este tipo de intervenciones solicitan leves modificaciones. O sea, que no se note que les han intervenido y que el resultado sea borrar pequeñas arrugas o aumentar el grosor labial ligeramente, sin cambiar completamente la fisonomía de la cara. Que es ciertamente lo más peligroso. Para ello hay que estar ante auténticos especialistas que sepan lo que hacen evaluando los márgenes del rostro, la expresión, los pómulos, el labio inferior en relación con el superior, etcétera.También es importante que el cirujano no se deje llevar por las ganas de ganar dinero rápido y aconseje bien a sus pacientes, en ocasiones jóvenes con pensamientos poco ponderados, de manera que se les lleve a realizar intervenciones estéticas coherentes con la edad, tipo de piel y morfología, así como a desechar aquellas en las que se pide algún tratamiento no indicado. Hay que saber igual que en todo centro legal el médico debe informar por escrito, realizar una historia clínica, dar un consentimiento con pros y contras, y hacer un informe en donde figure el producto implantado, su número de lote, la caducidad, localización del implante, cantidad inyectada, y los datos del especialista.Y si no se dan esas garantías mejor se queda uno como está. Que siempre es más seguro.
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