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De la Iglesia peor es posible

De la Iglesia peor es posible
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Dice Álex de la Iglesia que muchas veces ha tenido ganas de reír en un funeral. Algo así (no literalmente) es su última película, «La chispa de la vida», una tragicomedia sobre el crematorio en que se, a su juicio, se ha convertido España durante estos años: paro, políticos mediocres y medios de comunicación carroñeros son los ingredientes de esta historia con personajes-idea en la que se demuestra que «el mundo no es estable. Como el protagonista de la película, si cambias de posición, te mueres», asegura el realizador. Sálvese quien pueda.

 «Esta cinta tiene buenas intenciones a pesar de lo negra que pueda parecer. Todas deberían tenerlas –sostiene–. La historia defiende que se puede recuperar la dignidad». Sin un átomo de autoestima es como se siente Roberto (José Mota), el protagonista, un hombre de mediana edad que «no encuentra trabajo y que sabe que no lo va a encontrar», como le define el director.

Ahogado en su pena, buscando en los recuerdos de sus días felices, viaja desesperado al escenario de su luna de miel a encontrar consuelo. Pero un enredo le pondrá en la peor situación posible: cuando una barra de hierro le atraviesa el cráneo. Aquí empieza el vodevil.

«Estamos pagando la tendencia al positivismo, a ver la botella medio llena, a pensar que si tienes una enfermedad grave te la puedes curar si tienes ilusión y muchas ganas. Pues no. Los problemas se solucionan cuando hay condiciones para hacerlo. Cuando una empresa no va bien, no se pone a alguien con ilusión y ganas, sino a una persona que sea buena en lo suyo aunque sea aburrido. Hay cosas que van mal y hay que darse cuenta a tiempo», contaba De la Iglesia. Ese optimismo ciego es el que encarna el personaje de Salma Hayek, la mujer de Roberto: «Le plancha las camisas a su marido y le dice que todo va a ir bien, le hace la vida más soportable. Y su marido se vuelve loco con esa felicidad hipotética que nunca logra alcanzar».

«Yo soy culpable»
De la Iglesia no se considera ajeno a esta situación: «Soy culpable de ella, con mis cobardías y mis miedos. Pero hago ficción y escribo lo que me gusta que ocurra». Y por supuesto no nos libra de las culpas a nosotros: «Todos somos responsables de lo que pasa en la sociedad», aseguraba en referencia a determinados programas de televisión que comercian con las tragedias. «Aunque si no hubiera muchísima gente honrada nos estarían comiendo los cuervos desde hace bastante tiempo». La clave, en su opinión, esa «chispa de la vida», es «mantener la dignidad. Saber decir: ‘‘perdona, pero no''. La realidad es que muchos no pueden permitírselo». El mensaje final de la historia es que es posible, un personaje lo hace dando una patada.

 

Goya «estupendos»
La taquilla dará su opinión sobre la película, pero la Academia de Cine ya ha dado la suya en las últimas nominaciones a los Premios Goya: dos candidaturas, para Salma Hayek como la mejor actriz protagonista, y a José Mota como actor revelación. «Las nominaciones me parecen justas y estupendas, aunque podrían haber sido otras, y también lo pensaría», afirmó el ex presidente de la Academia. «Hay películas magníficas que no aparecen en los premios y me habría gustado que estuvieran, pero eso pasa siempre. Los miembros de la Academia votan lo que les parece y eso no es nuevo ni extraño. Seré tremendamente feliz si gana Enrique [Urbizu] o Pedro [Almodóvar]», añadió. «Me habría mosqueado si no hubiesen nominado a José Mota, pero no puedo pedir más».