Cientos miles millones

No se recuerda nada parecido. Si alguien dudaba de lo que es capaz de conseguir el fútbol, ayer «callaría para siempre». Cientos de miles de personas se lanzaron a la calle para recibir a los campeones del mundo como se merecían. Ni las altas temperaturas ni la apabullante multitud echaron para atrás a un sólo fiel de «La Roja». De hecho, Madrid se quedó pequeño y el Ayuntamiento tuvo que pedir a última hora de la tarde que no acudiese más gente a la explanada del Rey, punto final del recorrido. Entre cánticos a los héroes y lágrimas de emoción, nadie quiso perder la oportunidad de contemplar cómo la ansiada Copa, por fin, pisaba España y recorría las calles de la capital pasando de mano en mano por cada miembro del equipo ganador. Ellos, subidos en el autobús de la victoria, ofrecían el título a la marea «roja» por cada esquina de la ciudad dando a entender que el triunfo era, en realidad, de todos. Y así lo sentía ayer la gente porque, durante más de cuatro horas de recorrido, no sólo hubo seguidores de la Selección. La fiesta de ayer no entendía de edad, ideología política o religión. Fue la fiesta de cada español. Desde calles, balcones o improvisados «palcos de honor» como árboles o farolas, cualquier lugar era bueno para devolver a este equipo la ilusión que les había regalado a lo largo del último mes en Suráfrica. No sólo las calles por las que pasaba el autobús estaban atestadas de gente sino que en los aledaños no cabía un alfiler.Tanto ciudadanos como instituciones –desde la Casa Real o la Moncloa hasta el Gobierno regional y el Ayuntamiento de Madrid– ofrecieron al célebre equipo su mejor recibimiento. Y es que estos jugadores, que ya han pasado a la Historia de España, fueron recibidos casi con honores militares. Hasta la Patrulla Acrobática Águila del Ejército del Aire, cada 12 de octubre (el día de las Fuerzas Armadas) tiñe el cielo madrileño de humo rojo y gualda, voló ayer por la capital en honor al triunfo de los futbolistas españoles. La ocasión lo merecía.