Los Ángeles

Récords en los presupuestos por Julián García Candau

La Razón
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Los Juegos Olímpicos están más allá de los deportes. Manejan cifras en todos los aspectos que componen su organización y realización que eran inimaginables no sólo cuando Pierre de Fredy Barón de Coubertin hizo el llamamiento desde la Sorbona, sino cuando acabó la II Guerra Mundial y en todo el mundo se pretendió cambiar la tristeza de la desgraciada contienda por la alegría que podían proporcionar los jóvenes deportistas.
El número de participantes, de países, de pruebas y de medallas ha crecido constantemente. La organización requiere grandes presupuestos para construir recintos, promover obras públicas, levantar grandes edificios para la Villa Olímpica, mejorar los transportes e incluso aprovechar la zona olímpica para rehabilitar zonas deprimidas de la ciudad.
En el apartado de las cifras, hay que contabilizar los dineros de los premios que consiguen los participantes. Ahora, que el profesionalismo ya no está proscrito olímpicamente, todos los atletas perciben compensaciones económicas más o menos modestas. Los premios han existido siempre porque a Spiridon Louis, primer vencedor de la prueba de maratón en Atenas 1896, el Gobierno le compensó con la donación de unos viñedos.
En Londres, en 1908, hubo 2.008 atletas de 22 países en 107 pruebas. En la misma ciudad, en 1948, las cifras fueron muy superiores: 4.104 deportistas, 59 países, 17 deportes, 136 pruebas y 411 medallas. En Barcelona las cantidades también aumentaron: 9.536 competidores, 169 países, 25 deportes y 815 medallas. En Pekín fueron 10.901 los atletas, 28 las disciplinas, 302 las competiciones y 958 las preseas.
Hemos vuelto a Londres y la columna de las cantidades es la siguiente: 28 deportes y 39 especialidades; 34 recintos deportivos; 8,8 millones de localidades a la venta; 10.490 atletas; 302 medallas a repartir; 21.000 miembros de los medios de comunicación, prensa, radio y televisión; 19 días de competición; 2.961 técnicos de los equipos; 204 comités olímpicos nacionales; 5.770 total de equipos y miembros oficiales y 5.000 controles antidopaje. Los organizadores, encabezados por el campeón olímpico Sebastián Coe, equivocaron los presupuestos de tal manera que en cada revisión hubo un aumento considerable. De los 1.450 millones de euros del comienzo, se pasó a los 14.720 y algunos medios han afirmado que la cuestión se cerrará en torno a los 18.900 millones de euros.
Los números londinenses tienen un componente extraordinario en los sueldos de los miles de empleados que han sido contratados por un mes. Son miles también los voluntarios, especie humana olímpica creada en Los Ángeles en 1984 y que ha cundido y tenido gran éxito. Solamente para la circulación de autobuses y coches olímpicos han sido trazadas líneas especiales en calles y avenidas para facilitar el transporte. Los organizadores, pese al considerable incremento de los presupuestos, han tratado de controlar gastos en el parque olímpico. El pabellón de baloncesto y el campo del hockey son construcciones ocasionales que serán desmontadas. Los grandes paneles del baloncesto serán transportados a Río de Janeiro.
Las muchas compañías que han aportado sus patrocinios para atemperar la columna de los gastos no han podido llevar equilibrio a la contabilidad.


Posdata
José María Odriozola ha de plantearse si debe dimitir. Vive en el desastre. Saca pecho por el número de atletas en Londres. En el número no está el progreso si en el mismo reside la cruda realidad. No es de recibo acudir a una competición y que una chica ocupe el puesto 26, la siguiente, el 61, y la tercera, el 97. Ellas no son culpables. ¿Aún venimos a aprender?