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Un «lifting» a «Romeo y Julieta»
Workgroup Teatro, dirigido por Óscar Miranda, lleva a escena «Romeo y Julieta», con jóvenes de aquí y ahora en el eterno clásico shakesperiano de pasiones imposibles
Así imagina la norteamericana Eilen Jewell la lógica de un querubinesco Cupido: «Le pregunté si su arma tenía mira, / cómo podía apuntar a esa distancia. / Él soltó una carcajada / y me dijo: yo no apunto, tan sólo bang, bang, bang». O, dicho, con más literatura –dramática–:«¿Por qué, si pintan ciego al amor, elige tan extrañas sendas a su albedrío?». La frase es de Romeo. Sobran las explicaciones, porque Romeo sólo hay uno, el de Verona, el Montesco perdidamente colado por Julieta, la Capuleto, pese a sus respectivas familias. ¿Cuántas versiones habremos visto de «Romeo y Julieta»? Y siempre, es lo que tiene Shakespeare, como cualquier gran autor, queda terreno para la sorpresa. Cuenta Óscar Miranda, director del «Romeo y Julieta» que esta semana llega al Centro de Nuevos Creadores –la Sala Mirador–, que lo que ha tratado de hacer, «ya desde la versión y desde la puesta en escena, es traer esta historia a nuestros días. No tanto por el texto, que mantiene la misma poética y espíritu, con esa cadencia y el ritmo de Shakespeare. Pero sí lo hemos traído a nuestra época y a los asuntos de hoy en día».
Adolescentes de botellón
Los protagonistas de esta producción de la compañía Workgroup –nombre inglés para un grupo madrileño con algún que otro actor inglés y estadounidense afincados aquí– visten ropas de hoy en día y podrían ser chavales de aquí y ahora: «En este espectáculo, Romeo y Julieta son dos adolescentes de los que podríamos ver en cualquier parque a las cinco de la tarde, o un viernes a las diez de la noche haciendo botellón. A lo mejor vienen de pandillas o grupos que no tendrían mucho que ver, pero entre ellos salta la chispa del amor. En cualquier caso, son dos jóvenes de los que vemos todos los días en los institutos», cuenta Miranda.
Aunque eso no implica forzar las cosas: no habrá enamorados mandándose sms por el móvil ni nada por el estilo. «Podrían estar perfectamente haciéndolo. Posiblemente la escena del balcón hoy sería un chat. Pero no soy muy partidario de forzar de forma tan explícita las adaptaciones a nuestros días». Su trabajo es más de composición de un ambiente: «Hemos hecho una pequeña traducción del mundo estético de los personajes. Yo me he preocupado mucho por intentar entender quiénes serían hoy Romeo y Julieta, quién sería la señora Capuleto o quién sería Mercutio». Y tiene respuestas para esas preguntas: «Los he encontrado en las personas que nos rodean, en nuestros familiares y amigos».
Un torbellino de azares
Miranda da otro giro a la puesta en escena con un elemento que marcará todo el espectáculo: una tormenta que envuelve a la acción: «Es la metáfora de lo que les pasa a Romeo y Julieta en todo ese laberinto en el que les meten», explica Miranda. «Al final, lo que veo en esta historia es cómo la pasión de estos dos jóvenes se ve envuelta en un torbellino de azares, de pequeñas casualidades, prisas y voluntades. Una amalgama de circunstancias imprevisibles y que van a más. Por eso la tormenta empieza como un vientecillo suave y acaba como un huracán tremendo».
Para ello se apoya parte de una idea estética concreta pero «deconstruida»: un cuadro. Miranda quiso trabajar a partir de las luces y sombras del célebre lienzo romántico de Friedrich que muestra a un hombre encaramado a un precipicio observando, de espaldas, un mar de nubes. «El montaje surge de un proceso de investigación muy largo. Desde los primeros conceptos que barajamos sobre la estética y el imaginario, íbamos por ese camino. Esos referentes han pasado por un desarrollo y una evolución tan grande que no podríamos verlos tal cual, pero sí que partimos de la sombra y de la luz. Todo "Romeo y Julieta"está hecho de contrarios: el amor y el odio, la amistad y la enemistad...».
Y contrarios son, para el director, sus dos protagonistas, Juan Ceacero y Paloma Sánchez de Andrés. «Me interesaba mucho esta pareja porque, cuando los veía, pensaba: estos chicos no serían novios nunca. Son dos personalidades muy distintas. Y, sin embargo, me ahí estaba la chispa. Hemos dibujado una Julieta mas tranquila, más racional y sosegada, y un Romeo muy divertido. Son dos personalidades distintas que se sienten atraídas por lo diferente que tienen enfrente».
Junto a ellos, Will Hudson dará vida al conde Paris y a Tebaldo, Sandra Jiménez se mete en el papel masculino de Mercutio, Arantxa Martí es la princesa y el ama, Almudena Mestre hace de Benvolio y del coro, Begoña Miralles será la señora Capuleto, y Michael Stubblefield se mete en los hábitos de Fray Lorenzo. «Uno de los sellos de esta compañía es que no es un teatro gerárquico de actor-director, sino un grupo de artistas con distintas sensibilidades y puestos, pero muy a la par todos», subraya el director.
El detalle
ANTIGUOS ALUMNOS
Workgroup es una compañía que surge del ámbito de la enseñanza. «La mayoría somos antiguos alumnos de la RESAD. Salimos un grupo grande entre 2003, 2004 y 2005 y nos hemos ido buscando por intereses e inquietudes particulares. Nos hemos adentrado en el teatro de investigación, que es lo que nos atrae», explica Óscar Miranda, que en la actualidad dirige la Escuela Municipal de Arte Dramático de Madrid. Debutaron con «Asfixia» (2006), y han estrenado obras como «Gluglu Dreams» (2009).
- Cuándo: hasta el 12 de marzo. De jueves a sábado, 20:00 h. Domingos, 19:00 h.
- Dónde: CNC-Mirador. Madrid.
- Cuánto: 18 euros. Tel. 91 539 56 67.
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