Sevilla

El Pentágono sito en San Fernando

La Razón
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La felicidad electoral del PP ha acabado de redondearse con una eficaz estrategia de alianzas. Entre transacciones, permutas y alguna francachela –que siempre las hay– el partido de Arenas ha rascado otros cien ayuntamientos que barnizan mayoritariamente de azul el mapa municipal de Andalucía. Con las ocho capitales de provincia, cinco diputaciones, todas las ciudades de más de 100.000 habitantes excepto Dos Hermanas, cinco diputaciones, 272 de los 771 ayuntamientos y el 64 por ciento de la población (5,4 de 8 millones) bajo bastón de mando popular, está claro que el Pentágono andaluz ya no está en la sevillana calle San Vicente, sino en la calle San Fernando, frente al Rectorado, esquina con el Egaña Oriza.
El objetivo de Arenas se ha cumplido plenamente. De forma más holgada a como él mismo lo hubiera imaginado antes de la noche del 22 de mayo. Las municipales han prendido la mecha de vuelco en Andalucía. El cambio está en combustión y el PP tiene ahora nueve meses de escaparate para dejar ver que en los ayuntamientos y diputaciones donde gobierna es posible la austeridad, la eficiencia, una forma alternativa de hacer política a la que, en esta comunidad, se ha traducido en términos netos en 1,2 millones de parados y una frustración masiva.
No obstante, habrá que testar también si la estrategia de pactos del Partido Popular le es plenamente placentera a medio plazo. Especialmente las alianzas con IU que, por acción u omisión de la coalición de izquierdas, han proporcionado al PP el gobierno de 17 ayuntamientos. Esos pactos con IU son un melón por calar. Un toro saliendo por chiqueros. Igual la ideología se disipa en la neblina del poder –milagroso ungüento– y todo va como la seda, que dentro de unos meses comienzan a saltar por sorpresa los fuegos artificiales y nos encontramos con el final actualizado de «La vaquilla». Y entonces, a ver quién torea esa vaca...
Arenas va a llegar con más poder que nunca antes en la historia del PP a las elecciones autonómicas del año que viene. Por primera vez llegará también luciendo la vitola de favorito. Arenas, al que el PSOE se afanó en colgarle el baldón de perdedor. Ahora bien, lo que no va a poder decir Arenas en la campaña –a Griñán o al socialista que se presente– es que votar al PSOE es lo mismo que votar la desastrosa gobernanza de la que IU ha dado ejemplo en Sevilla o Córdoba. Ese potente discurso son ya pavesas de los pactos electorales del 22-M.