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Málaga

Esclavas de los anuncios de contactos

Los derroteros de su vida real se dirigían hacia la publicidad; los de sus sueños, a la literatura. Mientras terminaba su último curso ideaba la trama de su primera novela, la vida de un discapacitado. Después de leer «Los Miserables», de Victor Hugo, pensó que utilizaría las palabras para hacer que el mundo fuera a mejor.

 
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El sueño de Ana (nombre figurado) se tornó una pesadilla: perfectamente podría haber sido Fantine, protagonista de su libro de cabecera, aunque en su caso no fue por necesidad. Rumana de 23 años, vivió prostituida durante tres meses en nuestro país.

Su vida real no la ayudó a despertar: la publicitaban en un medio de comunicación.
Durante esos meses, Ana habría formado parte de las 400.000 mujeres que ejercen la prostitución en España, según las conclusiones de la última ponencia del Congreso de los Diputados, en 2007. De ellas, el departamento confederal de la mujer de UGT sostiene que apenas un 5% lo hace de manera voluntaria. De ser así, los 40 millones de euros que mueven los anuncios de prostitución en prensa resultan alarmantes.
La pasada semana se desmantelaron en Ávila y Ferrol dos redes de prostitución que captaban clientes a través de los medios de comunicación.

Una red explotaba a 350 chicas

Muy recientemente, el pasado julio, la Policía desmanteló una red de proxenetas que obligaba a prostituirse a 30 mujeres. El origen de la investigación policial partió de los anuncios en varios diarios. En el mismo mes, se desarticuló otra red que explotaba a 350 chicas y copaba el 50 por ciento de los anuncios publicados en los principales periódicos de Madrid. Se llevaban 700.000 euros al mes de beneficio. No sólo las mujeres son las víctimas, a principios de septiembre se localizó a la primera mafia dedicada a la explotación sexual de hombres en España, que también se publicitaba en la prensa nacional.

«Es obvio que hay una organización detrás de cada anuncio. Otra cosa son las «escorts» de lujo. Pero estas chicas extranjeras no podrían pagárselo», afirma Rocío Nieto, de Apramp (Asociación para la Prevención, Reinserción y Atención de la Mujer Prostituida). Se estima que insertar una publicidad supone alrededor de 100 euros. Lo que en algunos diarios significa unos ingresos de 150.000 euros diarios. «Las redes saben que son chicas sin grandes recursos, la mayoría proceden de Paraguay, Uruguay, Brasil, Nigeria, Rumanía y últimamente, China. Se demandan por su aspecto infantil».

Cómo acabó Ana en un centro de acogida responde a un plan cuidadosamente trazado. «Estos clanes están perfectamente organizados, desde hace un tiempo decimos a las chicas que no hagan declaraciones a los medios de comunicación desde que salen de la red. Una vez lo hizo una chica y al cabo de dos días su hijo murió atropellado», cuenta la presidenta de Apramp. Por este motivo, la asociación que cuenta la historia de Ana prefiere mantenerse en el anonimato.

Ella era rubia, alta y de ojos azules. Muy llamativa. Pasaba las vacaciones en Alemania junto a una amiga. Fue allí donde conocieron a dos italianos, según secuerda la coordinadora de la asociación que acogió a Ana. Fueron el cebo utilizado por esta mafia para captarla. «Me contó que eran muy educados y cultos, en ningún momento intentaron ligar con ellas». Precisamente, ése era el plan. Dar confianza hasta que mordieran el señuelo.

Fueron juntos de turismo y a cenar. Hablaron de los temas comunes entre jóvenes: amigos, estudios, anécdotas... Y familia. Al despedirse, les ofrecieron acompañarles a España, a las playas de Málaga, antes de volver a Rumanía. Ellas denegaron la propuesta, y ellos –posiblemente conocedores de la psicología femenina–, no presionaron.

Pero a Ana le había gustado uno de ellos. Decidieron cambiar de planes y darles una sorpresa. Además, tenía ganas de volver a España. Forofa del Real Madrid, cuando visitó la capital se hospedó en el hotel NH Eurobuilding, para estar cerca del estadio Santiago Bernabéu.

Educados como eran, fueron a recogerlas al aeropuerto. Aquella misma noche salieron de copas. A la mañana siguiente amaneció en un piso rodeada de otras chicas de diferentes nacionalidades. Y ese día empezó la pesadilla. El italiano ya no estaba. Ni su amiga. En cambio, un desconocido le empezó a hablar. Sabía de sus padres. Que él era ingeniero y ella ama de casa. Que su hermano era menor de edad. Que a partir de ese momento iría a las casas de los hombres que quisieran acostarse con ella. Una señora –conocida como «mami» o «controladora»– intentó tranquilizarla, siendo muy cariñosa y diciéndole que no era tan malo. Le dio ropa y una habitación que compartía con otras chicas. La coordinadora de la asociación cuenta que Ana no quería hablar de lo que sucedió durante esos meses. Sólo quería volver a su casa. «Sí que me dijo que una vez a una compañera suya le pegaron una paliza por venirle la menstruación. Se asustó y se hizo pis del miedo, encima de la ropa que le habían dado para ir a ver a un cliente. El tipo, al verlo, se fue a por ella. La tiró al suelo y empezó a meterle patadas». La señora calla al recordar aquello. Se la escucha respirar hondo al otro lado del teléfono. «Pobrecita, se puso a llorar y cambié de tema. Sólo quería ver a su madre».

Con el fin de que no cogiera confianza con nadie, Ana nunca repetía con el mismo cliente. En más de una ocasión le preguntaron por qué una chica tan joven se dedicaba a eso, aunque ninguno renunció a pasar la noche con ella. Ana callaba.

No escapan por miedo

En un momento de suerte logró escapar y corrió hasta llegar a la Policía. Le prometieron que si denunciaba le darían los papeles. Pero ella no quería papeles, quería subirse en un avión cuanto antes. Para la presidenta de Apramp la actitud de Ana no es la habitual. «Tienen mucho miedo y es raro que logren escapar. En la organización trabajan mujeres que han sido prostitutas y saben a qué polígonos y clubs ir. Van con un preservativo y material sanitario, no tienen problemas para entrar porque es asistencia gratis. Poco a poco cogen confianza con ellas, y a algunas se las convence para que denuncien. También estamos trabajando para que se endurezca el castigo a los proxenetas. Por otro lado, no hay que olvidar la responsabilidad del que consume. Las demandan, por eso las mafias anuncian a las chicas en prensa. Les facilitan el acceso». La presidenta afirma que el 90% de las chicas anunciadas no son libres. Otras plataformas discrepan. «El problema es la trata de blancas no que se anuncien en los periódicos», opinan desde Hetaria, colectivo en defensa de los derechos humanos de las prostitutas. «La mayoría de las mujeres se anuncian voluntariamente, nos llaman muchas protestando porque no quieren que las quiten».

Según la ONU, el negocio de la prostitución es el segundo más lucrativo del mundo, tras el tráfico de armas y antes que el tráfico de drogas. Reporta anualmente unas ganancias de entre 5 y 7 billonesde dólares y moviliza a cuatro millones de personas. En España, concretamente, la prostitución mueve unos 18.000 millones de euros al año.

Organizaciones de ayuda, en colaboración con el Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad, y las Fuerzas de Seguridad del Estado proporcionan papeles a las mujeres que denuncian, les consiguen trabajo y las hospedan en casas de acogida. Donde estuvo Ana unos días antes de regresar. Si ha hecho de su sueño su vida real, habrá seguido los pasos de su mentor. «Mientras no se resuelva la decadencia de la mujer por el hambre, este libro podrá no ser inútil» decía Victor Hugo de «Los miserables».


La prostitución mueve 18.000 millones de euros al año en España
El negocio del sexo genera, cada día, 50 millones de euros en nuestro país. Es decir, 18.000 millones al año. Una lucrativa actividad, en manos de mafias en su mayor parte, cuyas «trabajadoras» son, en un 90 por ciento, extranjeras. La mitad de ellas ejerce la prostitución bajo amenazas, pues está en situación irregular. En los diez primeros meses del pasado año, las Fuerzas de Seguridad detuvieron a casi 500 personas que habían explotado a más de 2.000 mujeres (sólo el 10% de las víctimas son hombres). La mitad de las víctimas tienen entre 23 y 32 años; el 13% es menor de edad. Los anuncios de contactos que utilizan estas redes generan a la prensa 40 millones al año.