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Yo Kundera tú el Marca por Marina CASTAÑO

Yo, Kundera; tú, el Marca, por Marina CASTAÑO
Yo, Kundera; tú, el Marca, por Marina CASTAÑOlarazon

¿Hay alguien que piense que es imposible el entendimiento en una pareja en la que, mientras ella lee a Kundera, pongamos por caso, él se regodea en las páginas del Marca como único negro sobre blanco que pasa por sus ojos, o, bien, ella se adosa a la tele para ver cotilleo absurdo y ordinariez sin límites, mientras él va al teatro y a la ópera? Pues sí, querido lector, querida lectora, cosas más raras se han visto, y como ya alguien dijo «el corazón tiene razones que la razón no entiende» (en esta frase donde se dice corazón, dígase sexo, si así se desea, porque también vale). Tengamos en cuenta que la compenetración es importante, sin duda, pero en el terreno intelectual, como también en el político, cada uno puede moverse en ámbitos diferentes, hasta en galaxias meridianamente opuestas. De forma individual no se puede observar bien ese problema, cada cual tenemos nuestras manías y nuestras objeciones; hay que analizarlo globalmente y nos percataremos de que la estadística revela el hecho de que es cierto que uno puede apuntar a Boston y la otra a California, o viceversa, no perdamos de vista que somos primitivos y no podemos intelectualizar nuestra forma de amar y de tener sexo, al fin y al cabo es el motor irracional que mueve nuestra felicidad y que nos impulsa a seguir viviendo, a reírnos, a trabajar y a soportar el devenir diario. Las relaciones de hoy tienden a un individualismo bastante acusado debido a la independencia a la que nos hemos acostumbrado y, también, a lo diverso de las actividades de cada cual. Pero esas horas que se comparten, son únicas.