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Bendita tutela
Es una bendición, señora Merkel, que las reglas de esta Europa unida nos permitan ser tutelados por usted en momentos tan difíciles, una vez que los españoles fuimos incapaces de darnos un gobierno responsable y sensato cuando la crisis ya estaba aquí. Alemania al rescate. Otra vez. Allí prosperó una generación de españoles cuando no encontraban en su tierra las suficientes oportunidades. El sudor alemán propició después el desarrollo de la joven España democrática con los multimillonarios fondos europeos. Ahora teme usted, con razón, que si no nos ata en corto, un gobierno sin coraje y una sociedad acomodada pongan en peligro a Europa, y por tanto a los alemanes, cuando ustedes van superando la crisis con cordura, determinación y dos recetas que aquí disgustan: gastar menos y trabajar más.
¡Qué apoteosis de la docilidad! ¡Cuánta sonrisa impostada ayer mientras usted y su élite dirigente pasaban revista a los prepotentes que en su día la consideraron fracasada! Años llevaba nuestro presidente esgrimiendo «razones ideológicas» para resistirse a las reformas que ayer le presentó solícito, necesitado como estaba de esa foto de alumno aplicado ante el examen decisivo. Terminó encontrando, sin embargo, la que inmortaliza su derrota: no hay alternativa socialdemócrata a la crisis. Nunca la hubo. Es mérito suyo, señora Merkel. El mejor socialista que haya conocido nunca José Blanco abraza las medidas de una conservadora tan rancia como usted. Las únicas que pueden salvarnos. Y con nuestros valientes sindicatos como avalistas del compromiso forzado. Menudo trago. Mañana mismo saldrán corriendo a protestar contra Esperanza Aguirre en la Puerta del Sol. Son así. Unos y otros. No les pierda ojo y vuelva pronto. La necesitamos.
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