Presentación

Lamentable espectáculo

La Razón
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He asistido mudo, absorto y pensativo a la batalla dialéctica y gestual que han mantenido, sostenido y alargado José Mourinho y Manuel Preciado. Ambos han utilizado los medios de comunicación para sus mensajes renunciando a la inteligencia de la conciliación. En el fútbol, todo el mundo usa los medios de comunicación para escenificar sus guerras. El Madrid y el Sporting trataron de justificar actuaciones de nulo contenido ético.
Durante años, determinados periodistas acribillaron a balazos de terrorismo microfónico a directivos del fútbol español. Cuando el juez decidió en contra de sus informaciones, opiniones y pretensiones y acreditó que los directivos eran gente honrada, se callaron. Los medios ejercen una función social que debe nacer de un procedimiento ético. El periodista no es juez sino informador y no debe mezclar información con opinión. Ni absuelve ni condena. Informa.
Unos defienden a Mourinho y otros a Preciado, a sabiendas de que ambos actuaron mal. Es aquí donde los medios yerran al tomar partido. Lo que está mal está mal, independientemente de quién lo haga. Y, así, asistimos a una guerra de medios Madrid-Gijón-Barcelona para echar más leña al fuego. Mourinho realiza un trabajo excelente al frente del Real Madrid y Preciado ha hecho milagros con el Real Sporting. Los dos son buenos pero mejor callados. Decía mi abuela que tanta culpa tiene el que roba como el que aguanta la escalera y es verdad que el que ataca se expone a ser atacado y quien censura a ser censurado. No juzgaré a quién le asisten la razón y el Derecho, pero tengo claro que ambos han dañado la imagen del fútbol español. Para defender a uno, no hay que asesinar al otro.