Huelgas
Voolare oh oh
Esto de tener que coger un avión en estos días es emocionante, no me digan que no. Porque, mis queridos amiguitos, sí, hoy vamos a hablar de aviones. De aviones, de pilotos y de controladores aéreos. También hablaremos del ministro de la cosa y de la oposición, pero en estos dos últimos casos la reacción es distinta: están acostumbrados a las críticas y tienen callo ya de tanto palo, así que permanecerán callados mientras apuntan nuestra matrícula. Sin embargo, habla una o uno o el que sea de pilotos y de controladores aéreos e inmediatamente se desatan todo tipo de comentarios de los aludidos que tienen, por cierto, un sistema de comunicación interna absolutamente infalible. Se escribe en cualquier columna del periodismo patrio una mínima referencia (aunque sea pequeña o de quinta, verbigracia) sobre estos profesionales y aparece uno de ellos quejándose. Las quejas siempre argumentan el desconocimiento general sobre la labor que desempeñan y dejan caer que hay algunos datos que deberíamos saber y que nos abrirían los ojos. En resumen: que creen que no tenemos ni idea. Seguramente lleven su parte de razón en que no manejamos ni sus sueldos, ni sus condiciones, ni sus circunstancias, pero tampoco hay que ser un especialista para poder opinar sobre lo que pasa, lo que nos incumbe y lo que nos afecta. Hablando de pilotos y de controladores, el afectado, o sea, el que sufre retrasos, molestias o falta de información, no tiene derecho a opinar, porque desconoce. Desconoce ese mundo paralelo cuyos códigos se nos hacen inalcanzables. Bueno, pues a pesar de los riesgos, habrá que decir que lo del llamativo número de bajas médicas de los controladores aéreos es casi una buena noticia. Si esta gente convoca una huelga tal cual, oficial y sin tapujos, podría haber sido mucho peor y lo hubiera pagado el sector turístico a lo bestia. Así que es sumamente emocionante. Primero, no sabes si tu vuelo sale a la hora. O si sale. Después, no sabes si el controlador aéreo que está en la torre ha descansado lo suficiente. Dentro de poco, igual son militares. Dicen los controladores civiles que no están preparados para lo que tienen entre manos y acuden los pilotos a advertirnos de que quizá no aterricen en esos aeropuertos porque no se fían. Seguidamente escuchas al ministro Blanco, convertido en una máquina de esdrújulas. Con ese tono Álvarez Cascos tan nuestro. Y acabas oyendo a González Pons, justificando lo de los controladores y te encomiendas a Dios, que es lo que haces siempre porque encima te da miedo volar. Felices vacaciones.
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