Pozuelo de Alarcón

«En mi discurso todos los sólo llevan su acento»

Una entrevista, un cuestionario, varias preguntas después, Soledad Puértolas vive inmersa en un tráfago que no le da tregua. «Bienvenido sea», dice. A muy pocas horas de entrar en la Real Academia Española, confiesa sentirse «más tranquila que antes. Además, ya no hay vuelta a atrás posible. Es algo con lo que no contaba y que no se me había ocurrido pensar», asegura.

 
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Vive en una casa en Pozuelo de Alarcón, rodeada de sus libros y de su gente. Tiene dos perros, que ladran sin parar mientras hablamos. Y un nieto, Gabriel, que la hace sentirse «una abuela entregadísima».

-Ha elegido a los personajes secundarios de «El Quijote» como tema para su discurso de ingreso. ¿Por qué motivo?
-En principio porque «El Quijote» me parece el libro de los libros de la lengua. Soy novelista, pero aunque no sea una especialista en la materia me parece un texto de referencia, fundamental y necesario. En seguida me vinieron a la cabeza los personajes secundarios, deseaba llevar a un primer plano a quienes están en segunda fila. Los protagonistas ya han sido ampliamente tratados.

-Hablará de Dorotea, de Marcela, del caballero del verde gabán y del bandolero. ¿Qué nos pueden enseñar hoy?
-Muchísimo. De ellos tendríamos mucho que aprender porque dicen tanto. Marcela es la afirmación de las ideas, la libertad y la independencia. Dorotea ejemplifica la comunicación y la simpatía, el deseo de ayudar, la capacidad de expresión. El caballero es la mesura, la sabiduría y la inteligencia, y el bandolero, aunque sea repetirse, también la generosidad y la independencia. Son prototipos muy humanos.

-El miércoles se falla el Premio Cervantes. El nombre de Ana María Matute suena con bastante fuerza. ¿Se lo darán?
-Ojalá. Cuando formé parte del jurado la propuse. Se lo merece y es una deduda pendiente que se tiene con ella. Me llenaría de alegría que lo tuviera. Para mí es una referencia en muchos aspectos. Y además, la gente la quiere una barbaridad.

-Hablando de Matute, académica también, usted será la quinta mujer en la RAE... en 300 años de vida de la institución.
-No está mal, me parece una buena proporción (risas). Ha pesado en la Academia de manera negativa el hecho de ser mujer para entrar en la casa. Lo que deseo es que se remedie y no se convierta en algo extraño sino habitual.

-Es obligatorio hablar de la nueva Ortografía que deberán aprobar el próximo día 28 las Reales Academias. ¿Qué le parece que la «y» sea «ye» y que «truhan» pierda el acento?
-La ortografía es la seña de identidad más patente y evidente de nuestra lengua. Lo de la «ye» me choca una barbaridad, me cuesta, me cuesta. El tema está vivo y existe un debate en el seno de la propia Academia porque no hay un consenso total. La ortografía es una norma y está muy bien debatirla, no nos llevemos las manos a la cabeza.

-Acostumbrar, imagino, a estas nuevas normas no va a ser tarea sencilla.
-Desde luego que no. Por ejemplo, los acentos ahora se llaman tildes, que me parece un término bastante pedante y que me cuesta hasta pronunciar. Par mí un acento será siempre eso, un acento. En mi discurso, que he corregido varias veces, todos los «sólo» van acentuados, lo leo raro si no.

-Es partidaria de suprimir la «h»?
-Creo que es una de las letras que concentran un mayor debate. En las «h» intercaladas, no en las de comienzo de palabra, se podría debatir su supresión.

-¿Qué función cumplirá la escritora Soledad Puértolas en la RAE?
-Es algo que me pregunto en este momento. Voy a seguir siendo la misma que soy con naturalidad porque no me siento protagonista de nada. Llego sin prejuicios y con la mente amplia. Me siento una francotiradora, una novelista que desea mantener esa naturalidad con la lengua.