Crítica de libros

Machismo canino por Paloma Pedrero

La Razón
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En realidad son ciertos dueños los machistas. Muchos canes machos no han sido educados por sus dueños para controlar mínimamente su instinto sexual desbordado. Ellos son animales, algunos muy brutos y otros mucho más sensibles y seductores con las hembras. Y precisamente estos últimos suelen tener amos mucho más sensibles y educados con los humanos. Todo esto viene por una experiencia que me ha dejado asombrada. Resulta que mi preciosa Happy, quince meses, tres kilitos, juguetona, pacífica y tierna, se halla con su segundo celo. Bajo al parque a darle su paseíto y, en un lugar deshabitado, nos ponemos a jugar con la pelota, su pasión. De pronto llega un ejemplar mediano enloquecido y la acosa, la dueña que está hablando por el móvil le berrea: «Ven aquí ahora mismo, Cañón». E inmediatamente después, le cuenta airada a su interlocutora telefónica que hay una perra en celo y su pobre Cañón está desquiciado, que no se puede traer a las perras al parque en ese estado. Al minuto aparece un peludo ejemplar, cuatro veces más grande que Happy, e intenta trincársela por la cabeza. Cojo en brazos a mi perrilla y el desatinado salta hacia ella dejándome las piernas para el arrastre. Su dueño, enfadado, me dice que él no piensa atarlo, que si no entiendo que mi perra está poniendo agresivos a los machos, que me atenga a las consecuencias si le pasa algo.
Flipo en colores. Están acusando a la hembrita de provocar, como hacen muchos con las mujeres, de llevar demasiado escote y minifalda. Mi sabia Happy coge la pelota y tira hacia casa. Yo no les digo lo que pienso por educación, aunque pueden imaginárselo.