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OPINIÓN: Uno menos

La Razón
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Al periodismo crítico, valga el pleonasmo (lo otro no es periodismo: son cafés con los de los putos gabinetes, enjuague y mamoneo), debería reconocérsele el derecho a exhibir la cabellera de un golfante dimitido al ser descubierto con el carrito del helado. Al final, este oficio consiste en una lucha desigual al término de la cual estamos abocados a la extinción o a la reclusión en una reserva. Y como le pasó a los apaches, la derrota llegará por la superioridad en medios del enemigo: ese poder político, sin excepción de partidos, que teme una opinión libre como sarraceno a una cruzada. De vez en cuando, una noticia disparada desde lo alto de un desfiladero atraviesa el pescuezo de un oficial del Séptimo de Mangonería. Hoy, la rizada pelambrera de Rafael Velasco clavada en una imaginaria pica a modo de trofeo advertiría a quienes alberguen la tentación de engrasarle casi un millón de euros en subvenciones a la parienta del riesgo (no muy grande, a qué engañarse) que corren. Es verdad que a estos ejemplares sólo se los caza si la superioridad deja de sostenerlos: posiblemente, Susana Díaz haya vivido su semana más feliz porque ha caído el único obstáculo que se interponía entre ella y Griñán. Ni se imagina el cándido lector lo afiladas que están las cachicuernas en la calle San Vicente pues, como poco, tendrán que hacer sitio a los comunistas. Menos presupuesto y más gente para repartir. Ojú.