En el corazón de Europa

Definitivamente España ha consumado su vuelta al corazón de Europa. En un nuevo éxito de nuestra diplomacia, España ha conseguido por fin su vieja aspiración de convertirse en un protectorado de Francia y Alemania.

Esta semana a propuesta de Alemania, el Consejo Europeo llegaba a un preacuerdo para la reforma del Tratado de Lisboa.

Lo sustancial del acuerdo, es que por un lado se sustituye el recién creado fondo de 750.000 millones por un foro similar al Club de París, en el que si es necesario se organizarán reestructuraciones de deuda respaldadas por el FMI, y por otro lado se introducen mecanismos de sanción políticos para aquellos países que no cumplan con rigurosos objetivos de déficit.

Lo curioso del asunto es que las sanciones no son automáticas, el Consejo de Europa se reserva discrecionalidad a la hora de aplicarlas. Es decir, Francia y Alemania, los que mandan en el Consejo, tutelarán desde 2013 la política económica de los países que no cumplan.

No sé con qué nivel de entusiasmo votó España a favor de esta reforma, pero lo que resulta delirante es el entusiasmo con el que se ha recogido esta noticia en amplios sectores de la opinión pública española. Según ésta, es positivo que seamos tutelados, de esta forma garantizamos que nuestros gobiernos, sean del color que sean, se comportarán con responsabilidad fiscal y evitaremos así llegar a situaciones límite como la que vivimos hace unos meses.

Siguiendo con este razonamiento, el siguiente paso lógico sería suspender las elecciones en España y que los españoles a partir de ahora votemos en las de Francia y Alemania. Al fin al cabo, será allí donde se tomarán las decisiones que marcarán nuestro futuro.