La hija oculta de Butler por César Vidal

Aunque algunos autores se empecinan en presentar a Clark Gable como devoto católico y que sin duda era políticamente un conservador, lo cierto es que su vida íntima dejó un tanto que desear en lo que a la moral se refiere. En sus primeros tiempos de Hollywood, no dudó en llevar una existencia de gigoló mantenido por mujeres de edad. Semejante circunstancia le permitió, por supuesto, aplacar el hambre pero, sobre todo, le proporcionó uno de sus mayores encantos.

Desde muy joven, su dentadura había estado lastimosamente dañada por la caries, pero una de sus amantes otoñales le regaló unas fundas de dientes. Sabido es que su sonrisa causaría estragos en los años siguientes. Casado en cinco ocasiones, Clark Gable frecuentaba la compañía de prostitutas por razones sobre todo prácticas. Ciertamente, hubiera podido mantener relaciones íntimas con no pocas admiradoras como sucedía con otras estrellas, pero un comportamiento semejante le habría obligado a esforzarse un mínimo en el lecho. La ventaja de las rameras, según Gable, era que «se les paga y no hay que intentar ser el mejor amante del mundo».

El comportamiento rijoso de Gable tuvo, en algún momento, consecuencias no deseadas. Mientras rodaba «The Call of the Wild», una película basada en el clásico de Jack London, Gable mantuvo relaciones íntimas con Loretta Young.

Doce años menor
La actriz tenía tan sólo veintidós años, doce menos que el actor. Fruto de este episodio amatorio, Loretta Young quedó embarazada. Gable estaba casado y Loretta se encontraba en tratos para protagonizar una película de temática religiosa, de manera que decidieron que la actriz se marchara de Estados Unidos para ocultar la situación. Finalmente, Loretta Young regresó, dio a luz en secreto en Los Ángeles y entregó a la recién nacida a un orfanato. Se trató de una solución temporal porque, al cabo de dos años, volvió a por la criatura, que se llamaba Judy, y fingió que la adoptaba.

Tres años después, Loretta Young se casó con Tom Lewis, un productor de radio. Todo hubiera podido quedar oculto de no ser porque la niña fue a salir a su padre real en un rasgo especialmente característico. De hecho, hasta los siete años intentaron ocultar las destacadas orejas de la pequeña bajo diversos sombreros.

No fue suficiente para que Hollywood no conociera el secreto. Judy sólo vio una vez a su padre. Tenía quince años, charló con él y, al despedirse, recibió un beso en la frente. Fue toda la relación que tuvieron.

Las hablillas acabaron llegando a los oídos de Judy, que, ya con treinta y un años, exigió a su madre que le contara la verdad sobre su nacimiento. La actriz se lo confesó, pero le pidió que no dijera nada a nadie. De hecho, sólo consintió que se supiera lo sucedido de manera póstuma, en una biografía autorizada que fue publicada hace once años. Por lo que se refiere a Clark Gable, la leyenda afirma que encontró la estabilidad emocional con su tercera esposa, Carole Lombard (que murió trágicamente). Aunque hay quien afirma que ni siquiera a ella le fue del todo fiel.