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Cuidado por César Lumbreras
Lo ha dicho Lamy, el director general de Organización Mundial de Comercio (OMC): el 70 por ciento de la producción total de arroz del mundo se concentra en tan sólo cinco países; tres naciones copan el 80 por ciento de la producción mundial de soja y cinco se reparten el 70 por ciento de la producción mundial de maíz.
Si se analizan los datos relativos al comercio, la concentración se acentúa todavía más, porque sólo dos países exportan el 85 por ciento de toda la soja en el mercado internacional. Son sin duda cifras para reflexionar y para plantearse algunos interrogantes. Por ejemplo: ¿Qué pasaría en caso de que se registrasen malas cosechas en algunas de esas naciones que producen mercancías como el arroz, la soja o el maíz, que son básicas en la alimentación humana de forma directa o bien de manera indirecta, porque se utilizan para la alimentación del ganado? Pues que los precios se dispararían, que habría escasez y que en el peor de los casos la seguridad alimentaria no estaría garantizada, incluso en los países que consideramos desarrollados.
Podemos hacer un ejercicio breve de memoria. Vivimos un aperitivo de esta situación con la subida de precios a partir de verano de 2007. Frente a esta situación, ¿qué es lo que se proyecta en la Unión Europea? Pues continuar en la senda que ya se comenzó en años anteriores, relegando el papel productivo de los agricultores y ganaderos y dando prioridad y protagonismo a sus tareas como guardianes del medio ambiente. En las últimas propuestas de reforma, la Comisión Europea plantea una PAC más verde, con más exigencias en la materia, y también menos productiva. En resumen, que seguimos cediendo terreno en materia de soberanía alimentaria.
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