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Siempre Rafa

La Razón
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Recibo con gran alborozo la extraordinaria noticia que me llega desde Milán: este año, sí tendré para carnavales la careta de Silvio Berlusconi. Igual a Vds. estas cosas les parecen baladí, pero el año pasado (¿o fue el otro?) me llevé yo un disgusto grandísimo porque a pesar de los esfuerzos del signore Vito, ilustre vecino de Arcore y vecino a su vez de Tito Silvio, no hubo manera porque estaban agotadas en toda Lombardía. Llegada la nueva remesa a la provincia de Monza y Brianza, es un placer y una satisfacción saber que este año podré ir luciendo la «faccia» del primer ministro italiano, espejo y ejemplo de los que pensamos que Benny Hill y Barragán necesitaban de un digno sucesor. Estoy tratando de encontrar otra de Hugo Chávez, aunque ésta sería para sacarla sólo cuando vaya a poner al día mi cuenta corriente. «Oiga, Rodríguez, si Vd. no me flexibiliza el crédito, comience Vd. a entregarme el banco». Siempre he deseado decir esa frase al entrar a mi caja de ahorro, ains.

En fin, ya no quedan líderes en el mundo que no despierten una carcajada o una mueca desagradable. A la espera del feliz y jacarandoso advenimiento de Rubalcaba (o por lo menos eso ha dejado caer Chaves con ese final, ojo), nos tendremos que conformar con Rajoy, al que la alternancia parece que le otorgará lo que no le otorga a veces su acierto. Poner ante su propio hijo a Mourinho como explicación de las filias y fobias que provoca es cargarse de un plumazo a todo aquel que no sea madridista, y que, por cierto, entre todos lo que no lo somos, somos un montón, Mariano. Pero es lo que toca, lectores, es lo que toca, es lo que hay y a la espera de que lleguen los pobres y los funcionarios que anuncia Sir Durán i Lleida, nos queda esta clase rarica y poco acertada con la que tendremos que lidiar.

Viendo en Eurosport a Nadal el miércoles, se preguntaba una si es tan difícil copiar lo que Rafa hace con naturalidad: estar siempre por encima de los acontecimientos, independientemente de cómo te vaya. Estar siempre por encima de victorias, de derrotas, de público, de contrincantes, estar siempre bien y estar tan bien que es imposible estar mejor. Por eso, cuando el miércoles le vimos sufrir y llorar de dolor y perder, y aguantar por el otro, supimos que este tío es grande, gane o no. Qué más da, Rafa. Qué maravilla. Que nos dé la fórmula, que falta nos hace.