Siria

La odisea del doctor Rami

Médicos voluntarios curan a rebeldes y soldados sirios en un hospital clandestino destruido varias veces por las bombas

VÍCTIMAS INDEFENSAS. Un hombre llora con el cadáver de su hijo, cerca de un hospital de Alepo, el pasado mes de octubre
VÍCTIMAS INDEFENSAS. Un hombre llora con el cadáver de su hijo, cerca de un hospital de Alepo, el pasado mes de octubrelarazon

SAMA (SIRIA)- «Para nosotros era imprescindible que el Ejército Libre de Siria (ELS) liberara Salma para poder crear un corredor humanitario hacia Turquía», indica el doctor Rami, quien denuncia que productos de primera necesidad, alimentos y medicinas entran de contrabando por la frontera turca. «Aquí no tenemos nada, la situación es muy preocupante», insiste este médico que regresó de Reino Unido para ayudar a la revolución. El doctor Rami y otros cuatro médicos voluntarios de Lataquia son el único equipo sanitario para atender a más de 75.000 vecinos de todas las aldeas de Jabal Akrad. Durante los primeros meses, antes de que Salma fuera liberada por el Ejército Libre de Siria a principios del mes de junio, únicamente había un doctor, Mustafa Tefran, que iba con su mochila de primeros auxilios con antibióticos e hilo de sutura para operar de urgencia a los rebeldes heridos en batalla.

Cuando Salma pasó al control de los rebeldes, el doctor Rami y los otros voluntarios tuvieron que improvisar una clínica clandestina en el sótano de una mezquita para atender a los pacientes. Por desgracia, la mezquita fue bombardeada por el régimen y tuvieron que trasladar la clínica a un edificio abandonado que en aquel momento era más seguro. Pero de nuevo, hace sólo un mes, la nueva clínica, que contaba además con cuatro enfermeras y una sala de cirugía, recibió el fuerte impacto de un bidón de TNT.

Pacientes a cualquier hora
«La actividad en la clínica es de 24 horas. Prestamos todo tipo de servicios médicos y tenemos un promedio de 40 pacientes diarios», explica el doctor Rami, mientras nos enseña las nuevas instalaciones de la tercera clínica clandestina, donde hay una sala de espera, un dispensario de medicamentos y dos habitaciones con camas para todos los pacientes ingresados.

El equipo médico no da abasto con tanto trabajo y cada día tienen que recoger del campo de batalla a algún rebelde que se desangra. El frente está a solo tres kilómetros de Salma, por lo que se escuchan continuamente detonaciones de RPG y ráfagas de las ametralladoras de los tanques.

La labor de estos médicos es extraordinaria. Sin su ayuda incondicional, muchos civiles, rebeldes e incluso soldados del régimen que han sido apresados por el Ejército Libre de Siria habrían muerto durante la evacuación a Turquía o a la espera de ser atendidos.
Ahora, el hospital clandestino de Salma tiene un pequeño respiro, pues desde hace un par de meses un equipo de siete cirujanos extranjeros de una ONG internacional trabajan clandestinamente con el doctor Rami.

Sus actividades se mantienen con la máxima discreción y ha sido una gran suerte para nosotros encontrarnos por casualidad a tres de estos médicos que han venido a visitar al doctor rebelde.

Uno de los médicos internacionales que están con ellos, que prefiere mantener el anonimato, explica a LA RAZÓN que durante un mes estuvieron operando en una cueva muy cerca del frente en la aldea de Qoum. Ahora han trasladado su equipo quirúrgico a otra localidad, donde trabajan en mejores condiciones.

Todos los enfermos son iguales
«Hemos tratado a 150 heridos , a seis de ellos tuvimos que practicarles cirugía», detalla el doctor, que insiste en que su obligación es atender a todos los heridos, ya sean opositores que luchan contra el presidente sirio Bachar al Asad o miembros de las fuerzas del régimen.
«De vez en cuando visitamos a los prisioneros del régimen en las cárceles clandestinas del ELS, porque tenemos que cambiarles los vendajes y ver la evolución de nuestros pacientes», explica el médico extranjero, cuyo equipo ha tratado en total a 22 militares presos.
«El Ejército Libre de Siria trata a sus prisioneros con dignidad, con un trato humano», detalla el doctor, quien confiesa que «a veces a algún rebelde se le ha ido la mano con algún prisionero, pero son cosas que no se pueden evitar».