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La Razón
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El periodismo deportivo atraviesa una severa crisis, no sólo de economía y paro, sino de dudas relevantes sobre su identidad y dignidad y su capacidad para renovarse. El sector ha sufrido un severo desgaste en el rigor y la investigación. El arte y la ciencia del periodismo merecen especial reconocimiento porque se han cambiado las reglas del juego en medio de la partida.
Nos educaron para decir la verdad real. Hoy, se sugiere constantemente la verdad conveniente. Y así, cada portada deportiva responde a un interés ideológico o económico. Cuando el espectador observa la primacía de estos valores sobre la verdad, desconfía. Resulta dañino el uso del medio para culpar o disculpar al amigo, publicar falsas noticias de fichajes, mentiras interesadas o medias verdades. Cuando el rigor y la calidad descienden, la credibilidad mengua, las audiencias bajan y los ingresos disminuyen, los empresarios pierden beneficios y los periodistas acaban en el paro. Para mis compañeros sin trabajo, escribo mis primeras líneas del año, con el respeto, afecto y solidaridad que no les muestran ni asociaciones, ni partidos, ni sindicatos.
Escuchamos la misma radio deportiva desde hace cuarenta años, Internet ha reducido la prensa al análisis, y sólo la televisión con derechos ofrece espectáculo. Urge una reflexión, asumir responsabilidades y debatir soluciones. La verdad genera interés y credibilidad, aumenta ventas y asegura trabajo. Con matices, las bases del futuro periodismo se debaten entre reflexión y actuación. Y, de paso, que los grandes sabios de la comunicación actual inventen algo nuevo si no quieren aburrir a la concurrencia. Es su hora.