Nueva York
El Prado pone en valor a Martín Rico maestro paisajista español del XIX
A raíz de la compra hace cinco años de cuarenta cuadernos de dibujo del pintor Martín Rico, el Museo del Prado inició un largo e intenso proceso de investigación de la obra de este paisajista madrileño que culmina con la exposición monográfica inaugurada hoy.
El Prado posee en sus colecciones, además de los cuadernos en los que relata su magnífico viaje por el paisaje europeo, doce lienzos y un álbum de acuarelas a los que se han unido para la exposición obras procedentes de museos de todo el mundo y en especial del Metropolitan Museum y de la Hispanic Society de Nueva York que se muestran por primera vez en España.
Martín Rico (Madrid, 1833-Venecia, 1908) es, en opinión del director del Prado, Miguel Zugaza, uno de los pintores españoles más refinados y cosmopolitas del siglo XIX, con una obra que ya fue reconocida internacionalmente en vida del artista.
La muestra, inaugurada por el presidente de la Comunidad de Madrid Ignacio González, "devuelve una visión completa y viva de Rico", destacó Zugaza, para quien la exhibición de los cuadernos de dibujo junto a las obras "nos permite mirar su pintura de manera nueva".
La luz, la forma y el color "van tejiendo una visión moderna del paisaje"de Rico, "maniático pintor del detalle", al que el Prado "devuelve a la centralidad sin complejos y le sitúa en el lugar que le corresponde en la historia del paisaje europeo", destacó el director.
En total son 101 obras, la mayoría de ellas no exhibidas antes en nuestro país y muchas inéditas, las seleccionadas por el comisario Javier Barón, jefe del departamento de Pintura del Siglo XIX del Prado, para narrar la trayectoria de este pionero en la introducción del paisaje realista en España.
El reconocimiento de su especial captación de la luz y de las peculiaridades de las ciudades a las que viajó fue especialmente importante en Estados Unidos, donde su obra se conserva en museos y colecciones particulares y donde viajará la exposición para exhibirse a partir de marzo en el Meadows Museum de Dallas.
Javier Barón recordó que su proyección internacional se debió a su ambición por labrarse una carrera fuera de España gracias a la oportunidad que le dio, en 1862, obtener una pensión para el estudio del paisaje en el extranjero.
A esta etapa pertenecen algunas de las obras con las que se inicia la exposición y que profundizan en sus inicios como paisajista con vistas de la meseta de Castilla, vistas de la sierra de Guadarrama o del acueducto de Segovia.
La segunda sección dedicada a sus estancias en Suiza y Francia (1862-1870) revelan un marcado estilo realista. En Francia tuvo contacto con Charles-François Daubigny y pintó en las orillas del Sena obras que comenzaron a ser apreciadas por los marchantes Frederick Reitlinger y Adolphe Goupil, establecidos en París.
En este espacio se muestra "Lavanderas de La Varenne"una "obra maestra del momento", según Javier Barón, quien destacó que los cuadernos de dibujo de Martín Rico denotan su interés por el natural. "Siempre pintaba en los exteriores sus bellos paisajes".
Un tercer apartado se dedica a las vistas españolas realizadas entre 1870-1893. Se trata de un periodo, según el comisario, de especial luminosidad y frescura de color, más cercano a Fortuny con quien entró en contacto durante su estancia en Granada en 1871. "La influencia de Fortuny fue decisiva en su trayectoria".
La "magnífica"colección de acuarelas de vistas de Sevilla "rayan una altura enorme. Las acuarelas tienen el mismo nivel que los óleos", opinó el comisario que ha seleccionado también para este espacio otra de las obras maestras del momento, "El patio de la escuela", pintura que refleja la admiración que sintió Martín Rico por las arquitecturas y decoraciones islámicas.
La exposición continua con la fase madura de Rico (1872-1886), en la que incorpora una luz intensa. Aquí se exhibe otra de sus obras maestras, "Lavanderas de Cloyes. Valler del Loir", para llegar a su etapa veneciana, la más conocida de su carrera.
Martín Rico buscaba el silencio y la ausencia de barullo para pintar y eso lo encontró en Venecia, ciudad que fue para él un gran taller al aire libre "que le hizo perfeccionar su definitivo estilo, en un perfecto equilibrio entre la suavidad de ejecución, la finura de la captación de la luz y las calidades cromáticas".
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