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Estramonio infernal
Estramonio es lo que mató a dos chavales, con mayoría de edad recién estrenada, tras una noche «de fiesta» en un monasterio abandonado a las afueras de Madrid. Cierto que las condiciones de insalubridad, las paredes desconchadas repletas de pintadas, los agujeros de más de un metro de diámetro del edificio en ruinas… no son el mejor escenario para nada, y ojalá sea demolido cuanto antes, pero el hecho de que fuera aún una propiedad privada disuadía la presencia de patrullas que pudieran frenar estas fiestas ilegales en las que vale todo.
Se convocan por internet, donde crearon incluso el grupo «Estuve de rave en El Monasterio y viví para contarlo». Se trata de pasar una noche delirante de experiencias límite. Lo que cuesta comprender es que alguien, hoy detenido, pretendiese abrir mercado en estas fiestas a una planta venenosa que, al igual que la mandrágora, formaba parte de brebajes mágicos en ceremonias de brujería en la Edad Media por sus efectos alucinógenos. Los chamanes la fumaban para entrar en trance y puede utilizarse en veterinaria para lavar heridas agusanadas o en jardinería para matar larvas de insectos. Pero si tiene otras acepciones como «hierba del diablo», «revientavacas» o «higuera del infierno» que advierten de su peligro, ¿quién osó administrarla a personas? Ante todo, ¡información! De cualquier modo, hay formas mucho más sanas y seguras de vivir fuertes emociones.
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