Andalucía
«Nos vamos a la mierda»
Mercé anda promocionando su nuevo disco. El título es sugerente: «ruido». «Es lo que define a esta época: el ruido, el enredo, el desasosiego», le dice a Amilibia en una deliciosa entrevista con LA RAZÓN. Y continúa tras la siguiente pregunta: «No entiendo que con tanto parado estemos tan impasibles, tan quietos. Nadie se ha echado a la calle. Mire el 1 de mayo: eran cuatro o cinco». Mercé le pone a la realidad gramática del Barrio de Santiago. Habla, afloja una sonrisa, y sentencia. Coño, es que es verdad: ¿dónde están los sindicatos, los cuatro millones largos de desempleados, la izquierda opositora? En el enredo, en el ruido. Ni la propuesta de rebaja del despido a 33 días, ni la subida insolidaria de impuestos –la del IVA que viene en julio–, ni el aumento de la edad de jubilación, ni «p...en vinagre», que diría el gran Luis Escobar, investido de Marqués de Leguineche, en aquella magnífica peli de Berlanga. Los sindicatos han sido tragados por el gran estómago del sistema como quien se toma una pastilla para el dolor de cabeza: gulp. El pienso público los ha hecho pasar del contrapoder al poder. De la exigencia y la batalla en la calle a repartir paella con el Gobierno y la patronal. Se han convertido en funcionarios de la cosa pública. ¿Es que acaso se nota el paro en las grandes empresas sindicales? No se debe notar mucho cuando desde el año 2005 las ayudas directas concedidas a UGT y CC OO por el Gobierno central se han incrementado un 50 por ciento y las partidas para cursos de formación se han cuadruplicado. En Andalucía, pesebre de la subvención, entre los dos sindicatos principales y la Confederación de Empresarios se llevaron del ala a principios de año 78 millones de euros para supuestos planes de formación. ¿Quién va a coger la cacerola, dónde hay que firmar? Mercé remata con media verónica y sin pelos en la lengua: «Si sigue el todo vale nos vamos a la mierda». Y punto.
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