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ANÁLISIS: Un referéndum sobre Romney por Jeff Jacoby
Se pensó durante meses que Mitt Romney tenía las primarias de New Hampshire en el bolsillo. Pero un voto que no tuvo seguro hasta el miércoles pasado fue el de Steve Rowe, un veterano de la guerra de Vietnam que pasó gran parte de los 70 a bordo del «USS Saratoga», un portaviones de la Marina. Al igual que muchos residentes de New Hampshire, Rowe se mostraba inseguro la semana anterior a las primarias. Sólo el apoyo de otro veterano de la marina –el senador John McCain, candidato en 2008– incorporó a Rowe al bando de Romney.
Rowe se presentó a primera hora del jueves, cámara en mano, en una asamblea de Romney. Quería una fotografía del antiguo héroe de guerra. «Ahora que McCain apoya a Romney, se va a embolsar un montón de votos de gente como yo», predice Rowe. Eso es lo que esperan Romney y su gabinete. McCain lleva mucho tiempo siendo el favorito de los republicanos y los independientes de New Hampshire: aplastó a George W. Bush en las primarias de 2000 y en 2008 derrotó a Romney. Y gracias a su valiente trayectoria como prisionero de guerra en Hanoi, McCain –aunque frecuente espina en el costado republicano– ha conservado un duradero respeto hasta entre los círculos más conservadores.
Pero la influencia de McCain tiene límites, hasta entre los votantes republicanos que estuvieron destacados en Vietnam. Para John Anderson, ingeniero nuclear de Pittsburg y oficial de las fuerzas áereas jubilado que estuvo en la Operación Ranch Hand contra el Viet Cong en 1965, a Romney «se le llama moderado, pero eso es ser generoso». «Y como veterano, me cabrea bastante cierta persona que el otro día le dio su apoyo».
Anderson admira profundamente a McCain, pero Romney le parece demasiado predispuesto a decantarse a la izquierda en cuanto le resulta políticamente conveniente. Teniendo en cuenta la flexibilidad filosófica de Romney, «no creo que pueda ocuparse de Obama». Cada campaña presidencial por la reelección se convierte con el tiempo en un referéndum del político en ejercicio. No importa a quién elija candidato con el tiempo el Partido Republicano, los votantes de noviembre van a decidir si Barack Obama merece una segunda legislatura o no. Pero los comicios de la candidatura republicana se han convertido en una especie de referendo aparte: un referéndum de Romney. En el bando «de Mitt» se encuentran los que ven en el antiguo consultor y banquero de inversión y político pragmático las cualidades que hacen falta para derrotar a Obama y reactivar la economía. En el bando de los «Mitt no» se encuentran los que consideran que carece de principios claros y contundentes.
Los argumentos contra Romney se reducen a la percepción de que para ser presidente está dispuesto a decir lo que haga falta. Los argumentos a su favor se reducen a la convicción de que cualquier republicano, hasta un veleta, será mejor que Obama. «No nos podemos permitir otros cuatro años de este hombre», decía a Romney el jueves un votante. «Tenemos que sacarlo de la Casa Blanca».
Antes de que los republicanos puedan dar cuenta de Obama, tendrán que aclarar la clase de líder que quieren para relevarle. «Mitt» puede tener las primarias de New Hampshire en el bolsillo, pero el grupo de los «Mitt no» sigue pareciendo bastante formidable.
Jeff Jacoby
Columnista del «New York Times»
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