CRÍTICA DE CINE / «Feliz año abuela»: La anciana bruja

Negra. Negrísima, como el carbón. Una comedia que le da y le quita al espectador las ganas de reírse desde, casi, el mismísimo y determinante arranque, cuando cae en la cuenta de que ya ni siquiera la tercera edad parece ser lo que era. Por la película que ha dirigido Telmo Esnai (tras «Aupa, Etxebeste!», 2005, que también obtuvo una buena acogida), en vasco, pulula una bruja vestida con piel de cordero que nadie sabe si ha perdido la cabeza o, simplemente, se está vengando de los parientes y de este mundo que está a punto de abandonar. Con suerte. Mari, octogenaria caprichosa, cruel y de muy pocas palabras (ella prefiere los actos...), martiriza a su hija Maritxu, orina a destiempo, la llama todo el día sin motivo aparente. El marido de ésta decide entonces ingresarla en una residencia a espaldas de la mujer, porque, a pesar de tener la vida amargada por culpa de la anciana, no le dejará. El yerno de ambos intenta que la operación cuadre mientras la pareja anda de vacaciones por Benidorm, aunque pronto Mari escapa del centro y el filme comienza a delirar. Un buen reparto apuntala la salvaje y arriesgada propuesta de Esnai (en el fondo, se trata de una historia podría decirse que muy corta), quien, paulativamente, deriva el filme hacia otro género, el terror. En serio, y del brutal. Obvia, sin embargo, el cineasta desvelar el por qué de tanta mala leche. Quizá porque lo lleva en la sangre, y la sangre siempre acaba por tirar.