Grupos

Jubiladas por Paloma Pedrero

La Razón
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Desde el ambulatorio de Arenas de San Pedro, capital del Alto Tiétar, un grupo de lectoras de esta columnita me hacen llegar una petición. Maite, una de ellas se jubila, otras están cerca; me ruegan que escriba algo sobre esto. No sé mucho, compañeras, por mi trabajo espero morir a pie de escritura o escenario. Pero sí puedo ponerme en vuestra piel. Somos todas mujeres luchadoras en un mundo hecho a imagen y semejanza de ellos. Trabajadoras por partida doble. Lo vuestro con más mérito aún, porque vosotras habéis sido pioneras en eso de trabajar fuera en un tiempo en que ni siquiera estaba mal visto el que los maridos no pegaran un palo al agua en casa. Vosotras habéis sostenido el hogar, habéis criado a los hijos, habéis cuidado de todos. Y, además, habéis cumplido con ánimo y profesionalidad la faena remunerada. Aunque el reconocimiento social no exista, ¡sociedad desnortada!, deberíais sentiros profundamente orgullosas de vuestra trayectoria vital. Sin vosotras todo estaría infinitamente peor. Sé que seguiréis a cargo del hogar y la familia, cuidando y dando afecto alrededor. Pero, asimismo, os quedará tiempo para disfrutar y, como sólo hacen las féminas, lo dedicaréis a la solidaridad y al conocimiento. Las aulas, los teatros, los museos… están llenos de señoras divertidas que, por fin, pueden gozar de aprender sin prisa. Es importante ahora que hagáis más fuertes, si cabe, vuestras redes de ayuda con los tiempos que corren de desamparo. Sé, por experiencia, que nadie como las amigas están siempre ahí para escuchar, bregar con lo que haga falta o echarse las mejores risas. Nada ni nadie se ha hecho nunca dueño de vuestra alegría. Gracias, hermosas damas, por tanta generosidad.