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La fórmula para desalojar al PSOE por inventar
Sevilla- Delante de los micrófonos los dirigentes del Partido Popular maquillan la decepción, pero detrás el abatimiento es más que patente. De una mayoría absoluta que cantaban todas las encuestas –el PP tenía un sondeo interno realizado por Gespa de hace sólo unos días que le daba entre 56 y 57 diputados– se ha pasado a la decepción absoluta.
Era el momento del Partido Popular. De nuevo, el temido mito de Sísifo. Cuando la piedra estaba a punto de ser encajada en el pico de la montaña, se desprende ladera abajo. No hay quinta para Javier Arenas. Ahora será otro el que tenga que seguir empujando hacia arriba la piedra. Y lo peor es que ni hay nadie calentando en el banquillo para hacerlo –al menos a la vista– ni tampoco se sabe cómo hacerlo. La fórmula está por descubrir. Al PP y al PSOE apenas los separa un punto de diferencia. Después del cansancio de 30 años de gobierno socialista y de un proceso de corrupción masivo, con la trama de los ERE como colofón. La Junta ha tramitado de forma irregular más de mil millones de euros que deberían haber ido a la creación de empleo y parte se ha malversado en prejubilaciones falsas o en compra de cocaína. Ni la guerra intestina dentro del PSOE andaluz, ni la rebelión de los funcionarios por la «ley del enchufismo» han sido suficientes. Un millón y medio de personas de los seis millones y medio que estaban convocados a urnas el domingo han vuelto a depositar su confianza en el PSOE.
Ante este panorama, en el PP todo son preguntas que aún no tienen respuesta. Dirigentes de esta formación consultados por este periódico coinciden en un ramillete de causas. Entre ellas destacan tres: el efecto de la campaña del miedo del PSOE –«el rescoldo estaba casi apagado y ha bastado un soplo para avivar el fuego»–, el impacto de las medidas del Gobierno central –como la reforma laboral– y la activa implicación de los sindicatos. Se unen otras como la desactivación del votante popular por una campaña de no desgaste –aprovechando la inercia– o el papel jugado por Canal Sur –con cuatro resoluciones en contra por falta de imparcialidad– y de TVE, donde aún no se ha producido el relevo en los puestos directivos.
En el PP se impone la máxima de que «no toca» hablar ahora de relevo en la cúpula de dirección del partido en Andalucía. Pero el debate está ahí y será cuestión de tiempo abordarlo. Las fuentes consultadas por este periódico coinciden en que debe imponerse la «tranquilidad» y un «debate sosegado», con una transición pilotada por el propio Arenas.
El PP tiene por delante este año la celebración de un Congreso Regional que puede ser incluso antes de verano. En otoño, en cualquier caso, se habrá celebrado. Puede ser el momento en el que se aborde la cuestión de la sucesión, una palabra que aún es casi tabú. El liderazgo de Arenas está más que afianzado a nivel regional, pero el PP-A no está libre de que espume una corriente interna reclamando renovación del puente de mando y posicionándose para el relevo. Ya hubo un pequeño fuego interno en 2004. Después de que el PP perdiera a nivel nacional y Javier Arenas volviera a Andalucía para coger las riendas de la formación, Antonio Sanz fue relevado de la Secretaría General y su puesto lo ocupó el hasta entonces delegado del Gobierno Juan Ignacio Zoido, persona de máxima confianza de Arenas. Sanz se quedó de portavoz parlamentario y cogió de nuevo los galones cuando Zoido inició la carrera por la Alcaldía de Sevilla. No hay que olvidar que la Secretaría General tuvo más pretendientes, al menos uno, que movió las fichas oportunas para situarse. Es pronto para hacer cábalas. Hasta ahora los nombres para la sucesión que han sonado con más fuerza han sido los de los alcaldes de Córdoba, José Antonio Nieto, y de Motril, Carlos Rojas. Por este orden.
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