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Ventura Pons pierde la voz

El realizador rodó sin sonido buena parte de «Mil cretinos», su nuevo filme

Ventura Pons pierde la voz
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Ventura Pons, un adaptador compulsivo de literatura catalana, reincide con Quim Monzó. La primera experiencia no fue tan mala: «El porqué de las cosas». «Nadie creía en el proyecto y, como soy tan tozudo, lo acabamos por rodar –comenta el realizador–. Tuvimos un éxito imposible: triunfamos en Singapur, en París estuvimos un año en cartel... Lo único que podemos vender es nuestra diferencia y el placer de que el cine sea de uno y no una copia de nadie. Es lo único que tengo claro después de 22 películas». Como aquélla, se trata de quince relatos breves que la imaginación de Ventura Pons ha enlazado propiciando que los personajes se entrecrucen. «Pensé en no volver a Monzó y cuando leí este libro dije, ¡qué horror!, pero cuando volví a él, después de dos años, me reí mucho», continúa el director. La obra, y también la película, transcurren en la Barcelona actual, con lo que al espectador le toca cambiar cada pocos minutos de chip para conocer a los protagonistas de otra de las microhistorias. Hasta que, en la segunda parte, se produce un cambio y viajamos desde el Belén de la Anunciación a la Virgen hasta el cuento de «La bella durmiente» o al bosque de Robin Hood. Todo, claro, con una relectura diferente al original. Pons lo resume así: «La primera parte versa sobre la cretinidad contemporánea, la segunda sobre la estupidez histórica y la tercera volvemos a la actualidad para hablar de la decrepitud».


Un reparto kilométrico
Julieta Serrano, Joan Crosas, Joel Joan, Jordi Bosch y Francesc Orella son sólo algunos de los miembros de este kilométrico reparto que también incluye algunas de las nuevas caras del teatro catalán. Un esfuerzo que el realizador agradece, porque le parece «muy difícil su trabajo, ya que tenían que componer el personaje y rodar casi en el mismo día, lo que resulta más complejo que hacer un trabajo más largo».

Las películas fragmentarias son ya una especialidad de la casa, como demostró en «Caricias» y «Morir o no», una debilidad que Ventura Pons comparte con Adrià: «Me produce mucho placer la desconstrucción narrativa, que es algo que ya me viene del teatro».

El mayor hallazgo para el cineasta, aunque también el mayor esfuerzo –«es muy duro porque no tenemos hábito», admite– ha sido el cine mudo, formato en el que rodó toda la segunda parte. Buscando decorados para ambientar las secuencias clásicas encontró en el Museo del Teatro de Barcelona bocetos para escenarios de principios de siglo: «A finales del XIX, en Barcelona se confeccionaban decorados para La Scala y la Ópera de París. Pensamos también en filmar en blanco y negro, pero los dibujos en color eran tan buenos que decidimos respetarlos», concluye.


El detalle
UN CUENTISTA

A Venturas Pons no le duelen prendas en reconocer a Quim Monzó como «uno de los grandes cuentistas contemporáneos». El autor, uno de los más populares en Cataluña, combina la narrativa con el periodismo, que en los 70 le llevó a algunas de las zonas más candentes del planeta como Vietnam o Camboya.