Historia

Berlín

«Ejecutados» con fotografía

Exhibir el cadáver del enemigo es una práctica común

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Madrid- Hasta ayer el director de la CIA, Leon Panetta, se mostraba partidario de publicar la fotografía de Ben Laden muerto; a los pocos minutos, el portavoz de la Casa Blanca lo desmentía: «La foto es cruda y atroz». La teoría que se maneja indicaba que enseñarla al mundo para acabar con los escépticos que aún siguen pidiendo la prueba fehaciente de la muerte del líder terrorista podía avivar aún más el antinorteamericanismo en el mundo islámico.

Hoy la historia es otra: no habrá foto es la consigna. Esto, a lo que apuesta el Gobierno de Estados Unidos, coincide con lo que hizo el Mossad en los años 60. En esa fecha los Servicios de inteligencia israelíes secuestraron al jefe nazi Adolf Eichman en Argentina, uno de los pocos supervivientes del régimen de Adolf Hitler, que logró escurrirse hacia Suramérica. Hasta allá llegó el Mossad y se lo llevó a Israel, donde lo juzgaron y lo condenaron a la ahorca. Su cuerpo fue quemado para evitar que lo veneraran, como piensa ahora Obama y parte de su gabinete.

Sin embargo, no ha ocurrido lo mismo con otros grandes dictadores del siglo XX. Eran otras épocas y al finalizar la Segunda Guerra Mundial, Benito Mussolini, junto a su amante Clara Petacci, intentó huir de Italia. El «Duce» que impuso con sangre el fascismo quiso escaparse a Suiza, pero no lo logró. Los mismos italianos lo capturaron y lo fusilaron un 28 de abril de 1945. Peor aún hicieron con su cuerpo: le colgaron de los talones junto con el cadáver de Petacci y un ex secretario de su Gobierno y lo exhibieron como un trofeo en Milán.

El rumano Nicolas Ceaucescu, una figura oscura para la Europa del Este, también cayó con el Muro de Berlín. El gobernante fue fusilado en 1989 tras ser enjuiciado y la condena incluyó a su esposa Elena. Para que no hubiese duda, la televisión rumana y las cadenas internacionales se encargaron de machacar por las pantallas los cuerpos de ambos personajes.

El iraquí Sadam Hussein, tras ser capturado por soldados estadounidenses en 2003, corrió con la misma suerte. La doctrina de estos años fue entregarlo a las autoridades de su país, que lo condenaron a la ahorca. Fue ejecutado el 30 de diciembre de 2006 en una retransmisión televisiva que mostró la escena de cómo los verdugos colocaron la soga al cuello a Hussein, mientras que él gritaba con un Corán en la mano. De esto han pasado casi cinco años, pero hoy la foto de Ben Laden, el enemigo público número uno de EE UU, no será exhibida, así exista una audiencia de 56 millones de televidentes esperando la imagen.