ERE
El presidente envidioso
El Tribunal Supremo acaba de sentenciar que una campaña emitida hace nada menos que diez años es totalmente legal. Algunos todavía la recordarán: mostraba cómo el presidente de una empresa rajaba con saña las ruedas del coche nuevo de su director general, un Mitsubishi Galant, mientras una voz decía: «Regla número uno en el mundo de los negocios: el director general nunca debe comprarse un coche mejor que el del presidente». El tono de humor del spot, obra de la agencia Remo, al parecer no les quedó claro a la Asociación de Usuarios de la Comunicación (AUC), que la denunció a la Asociación de Autocontrol de la Publicidad (AAP) y a los juzgados por considerar que «constituía un atentado para la dignidad de las personas, incitaba a sus destinatarios a la violencia o, al menos, a llevar a cabo comportamientos antisociales, pues escenificaba la comisión de un acto reprochable desde aquel punto de vista y tipificado penalmente como ilícito».Autocontrol condenó el anuncio, pero Mitsubishi no acató el dictamen al no pertenecer a dicha asociación, al tiempo que defendía al sentido humorístico y ficticio del spot. Ahora la sentencia del Supremo le da la razón y, lo más importante, establece que la publicidad está amparada por el artículo 20 de la Constitución Española, que regula el derecho fundamental a la libertad de expresión. Es la primera vez que una sentencia de las más altas instancias judiciales señala que la publicidad tiene tanto derecho a la libertad de expresión como otras actividades de comunicación, algo que destaca Alejandro Rojas, presidente de Remo, en la revista Anuncios: «Desde hoy somos un poco menos débiles y más libres como sector».Aunque el mundo de los negocios pueda estar muy mal, no parece muy creíble que un presidente se dedique a destrozar el coche de su director por simple envidia, ni que un spot evidentemente irónico y exagerado incite a la violencia, algo que ya fue muy criticado en el sector publicitario cuando Autocontrol lo condenó. Con todo, pese al fallo contrario del Supremo, no hay que despreciar la labor de AAP, pues la mayoría de sus dictámenes no son tan discutibles y dudosos como éste, y al menos fue capaz de juzgar la campaña en unas pocas semanas, frente a los 10 años que han pasado hasta la sentencia del Tribunal Supremo. Y si en la vida real es mucho tiempo, en publicidad es una auténtica eternidad.
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