Cataluña

Virus separatista por Eduard Escartín

La Razón
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El virus político que contamina Cataluña desde el siglo XVII es la tentación separatista, o lo que es lo mismo, el sueño independentista. Todos los intentos de separación de España han constituido sonoros fracasos y, en la época contemporánea, esto ha sido mucho más visible. Los desplantes hacia España en 1919 y 1934 no han sido más que incentivos para la anarquía o el izquierdismo rampante.

Los nacionalismos templados siempre chocan con la misma piedra. Si esto no me lo dan, me voy. «Monarquía o república... Cataluña», dijo Cambó en 1917. «La ley de contratos de cultivo es innegociable», acuñó Companys en octubre de 1934. «Ahora, el pacto fiscal o el camino de autodeterminación», dijo Mas el 11 de septiembre de 2011. El no ser leal a España es letal para los partidos moderados catalanistas. En la subasta soberanista siempre habrá alguno que puje más. El doble lenguaje, aparte de peligroso, al final no convence a nadie.

Todo esto explica las declaraciones de Duran, que un día pide entrar en el Gobierno español mediante una coalición, y, el otro, amenaza con dar el portazo. No olvidemos a dónde ha ido a parar el mítico partido independentista de Quebec, la gran aspiración de Jordi Pujol.

No se puede montar una campaña a base de enfados por haber sido excluídos: de la reforma constitucional, de la entrevista con el Papa, de los coloquios televisivos y otros por el estilo.
La mayoría absoluta que se pide para Cataluña no puede ser nociva si se pide para España, hemos de ser un poco lógicos en nuestros comportamientos.