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La vía muerta por Toni Bolaño
Fuentes bien informadas de lo que sucede en Moncloa me cuentan que Rajoy dice a sus más allegados que «prefiero a Rubalcaba. Con Carmen no sabemos qué va a pasar». No son baladís las palabras del presidente. Rubalcaba es un adversario conocido, previsible. Se conocen sus puntos débiles que, por otra parte, no son pocos. Carme Chacón, ciertamente, ha estado en los gobiernos de Zapatero pero pocas veces hacía gala de sus discrepancias en público. Lealtad, prudencia y discreción la mantenían en un discreto segundo plano. Ahora esos silencios son utilizados para criticarla, para acusarla de no tener opinión. Sin embargo, la tiene. Si gana el congreso hablará en primera persona. Eso, a más de uno le pone los pelos de punta. No es una adversaria fácil.
Por eso, Moncloa no pierde ripio en la evolución de acontecimientos. De momento, nos quedamos sin cara a cara. Rubalcaba lo ha abortado. El supuesto defensor de las primarias, el mismo que las abortó en junio, ha considerado que un debate le es perjudicial. No puede arriesgarse a quedar en evidencia ante militantes y ciudadanos. La cosa no está para florituras. Las asambleas, que eligen los delegados al congreso, le están dando más de un disgusto. Sus propios partidarios empiezan a murmurar que el candidato Rubalcaba es un tapón para sus aspiraciones. Por eso, con la inestimable ayuda de Bono, está urdiendo una tercera vía. Algo así, como una vía de escape que ponga coto a las aspiraciones de Chacón.
Sin embargo, Rubalcaba no tiene en cuenta que entre inmovilismo y cambio no hay medias tintas. No hay tercera vía posible. Me cuentan que Chacón se reunió en Sevilla con la numerosa ejecutiva socialista de la capital andaluza. Varias horas de debate acabaron con una pregunta. El interpelante decía que tenía dudas. ¿Que le gustaba Rubalcaba? ¿Qué puedes aportar tú –le preguntó a Chacón– que no pueda aportar Rubalcaba? Chacón contestó de forma sintética. ¿Quién puede ayudar más a que ganemos las elecciones el 25 de marzo?. ¿Rubalcaba o yo?, preguntó Chacón a su auditorio. La respuesta, ovación cerrada. Rubalcaba ya sabe a estas alturas que para él pintan bastos. Piensa como Rajoy que «con Carmen no sabemos qué va a pasar». Por eso, echa mano de una tercera vía. Todo vale, aunque sea una vía muerta.
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