Caracas

Apuntes del debate por Alfonso Ussía

El Cardenal mucho más contundente y Zapatero más floreado

La Razón
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Un gran acierto, el de mi periódico LA RAZÓN y la Universidad Católica de Ávila, organizando el debate entre el Cardenal Cañizares y el ex Presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, sobre el Humanismo en el Siglo XXI. Primera comparecencia pública seria de Zapatero, porque su conferencia en Caracas no cuenta. Imperó el calor del mes de julio y la cordialidad. En los inicios del debate, un sector del público presente en el auditorio principal – en total dos mil quinientas personas–, abucheó al ex Presidente del Gobierno. Palabras tajantes del Cardenal Cañizares: «Aquellos que no nos dejan hablar a los dos, se han equivocado de lugar». Y el sector ruidoso del público amainó su animadversión. El Director de LA RAZON, Francisco Marhuenda, rogó que las intervenciones de los protagonistas no fueran refrendadas con aplausos ni saludadas con abucheos. Y consiguió su propósito. Zapatero arropado por sus ministros Bono, Gabilondo, Corredor y Sebastián. Apareció Montilla, esta vez sin traductor del español al catalán, como en el Senado cuando debatió con Chaves. Y Monseñor Cañizares, muy rodeado de autoridades de la Iglesia, con el Obispo de Ávila a la cabeza. El periódico, muy representado por Mauricio Casals, Joaquín Parera, Santiago Barreno, redactores, columnistas y Rosa Díaz, que iba de blanco en homenaje a la pureza del aire que se respira junto a la gran muralla, la misma que vieron los ojos de Teresa de Cepeda y Juan de Yepes. Del Partido Popular, nutrida y magnífica representación. Juan José Lucas, Ángel Acebes, Henríquez de Luna… Y José Creuheras, que un día, al llegar a la sede del periódico, oyó de un redactor: «Mira, ahí viene el de la pasta».

Un debate inteligente. El Cardenal incisivo y el ex Presidente intentando llevar sus palabras por derroteros poco comprometidos. Juventud de esperanza siempre que cuente con un puesto de trabajo. Respeto, que según Zapatero es la más bella palabra de nuestro idioma. Disiento. La palabra más bella es armonía, que reúne en su espíritu el respeto, la libertad, el diálogo y la comprensión. El Cardenal habló del Papa y Zapatero de Jünger Habermas. El Cardenal nos recordó la existencia del «bien común», y que no hay democracia asentada sin conciencia del bien y del mal. Zapatero, que subrayó que es de ignorantes no reconocer la influencia del cristianismo en la construcción, la inteligencia y el desarrollo social de Europa, se nutría de su experiencia política para salir del paso. Excesivos asuntos a debatir en noventa minutos. El Cardenal mucho más contundente y Zapatero más floreado. En lo social, el progresista auténtico, Cañizares: «El economicismo a ultranza devora al hombre». La Presidenta y Rectora de la UCA, felices con la expectación. A ellas se debe también una buena parte del éxito.
Zapatero, en un momento, intentó entrar en su «Alianza de Civilizaciones», pero estuvo listo y reculó. El público no estaba para eso. Se mostró el ex Presidente apasionadamente europeísta, e igualmente Cañizares, siempre que Europa recuerde los valores humanos y cristianos en los que se fundamenta. Para mí, y es una opinión, fue un debate brillante y algo extraño, entre un hombre que cree en su Verdad, con mayúscula, y otro que no cree en casi nada pero lo disimula bastante bien. No obstante, hay que agradecer a Zapatero que su reaparición pública fuera en una Universidad católica y de la mano de un periódico nada complaciente con su manera de gobernar. Y al salir, como en el romance de Duyos a la Infanta Isabel, en lugar del grito del raterillo «¡He visto a la Chata!», un niño que reprendía a su madre: «Mamá, y ahora lo prometido. Te he acompañado con la condición de que me compres chuches». Con los niños no hay defensa posible.