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Articulaciones (II) por Fernando Sánchez Dragó

La Razón
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Hablaba yo aquí, hace un mes, de cómo la glucosamina, la coinditrina, el jengibre y determinados productos marinos (los nutracéuticos de la Fundación EuroSpes, por ejemplo, de los que ya daré cuenta), han devuelto flexibilidad, suavidad, agilidad y eficacia indolora a mis articulaciones. Todo ello, dije, puede encontrarse, aunque no sólo, pues también cabe ingerirlo por separado, en el OceanFormule de la empresa sueca EuroHealth y en otros productos cuyo nombre desconozco. Convendría completar ese tratamiento, que no es de farmacia, sino de herbolario, con ácido hialurónico, unido a ciertas proteínas y polisacáridos, para mejorar el funcionamiento del líquido sinovial. De éste depende la lubrificación de las articulaciones, su elasticidad y su capacidad para resistir el peso, cuando las sometemos a él, y absorber el impacto negativo de los golpes que reciben. Yo lo hago, aunque, por desgracia, no lo hice hasta hace algo más de seis meses. Fue entonces cuando descubrí el Movial, elaborado por la empresa ActaFarma (la misma que ha contribuido decisivamente a la disminución de los radicales libres de los españoles con el descubrimiento y lanzamiento de ese poderoso antioxidante, casi mirífico, que es el Revidox. No es la primera vez que lo menciono). De sobra sabe el lector que nunca recomiendo nada que no haya probado antes, pues tengo vocación de conejillo de Indias, y un semestre es el período mínimo que me exijo como banco de pruebas para certificar que los productos de mi elixir de eterna juventud –así lo llamo– son, además de inofensivos, beneficiosos. Lo de eterna juventud es, por supuesto, una metáfora. Todo, en el mundo material –no sé en el otro, suponiendo que exista–, está sujeto a cambio, a herrumbre, a desgaste, a deterioro… Inapelable ley de la naturaleza, humana o no que sea, es la entropía. Cierto, cierto, pero cabe retrasarla, en el tiempo, y reducirla, en el espacio.Lo llaman anti aging. ¿Envejecer? Sí, pero sin prisa.