Reino Unido
Cameron se enfrenta a su primera revuelta interna
El primer ministro quiere que el número de diputados necesarios para una moción de censura suba al 55%.
Londres- Desde que se mudó al Número 10, David Cameron se ha esmerado al máximo por demostrar que el Gobierno de coalición formado con los liberal-demócratas trabaja en un ambiente idílico. Pero ayer ya surgieron los primeros roces y, curiosamente, no fueron con la tercera fuerza política, sino con sus propias filas, que se oponen a su plan para que la oposición tenga más difícil forzar elecciones si el nuevo Ejecutivo pierde la confianza. El primer ministro acordó fijar con Nick Clegg el periodo de la Legislatura en cinco años para asegurarle que los conservadores no convocarían comicios adelantados cuando subieran en las encuestas y así garantizarse mayoría absoluta.Siempre ha sido el «premier» el que ha tenido el derecho a disolver el Parlamento. Pero ahora Cameron quiere dar más poder a los diputados. El problema es que para que el «voto de no confianza» se lleve a cabo pide que el 55% de la Cámara Baja se ponga de acuerdo y las filas más radicales de su partido se han echado la manos a la cabeza.Entre los diputados que han criticado su propuesta se encuentra Richard Ottaway, favorito para convertirse en el presidente del reputado Comité 1922. Éste matizó que la idea era «constitucionalmente incoherente». «A menos que se pueda aclarar, es inaceptable», dijo. Charles Walter, otro de los veteranos, afirmó que no es «deber del Parlamento apoyar esta coalición». «Es el deber de los socios y si no pueden hacerla funcionar y pierden la confianza de la cámara, entonces tendremos que ir a elecciones. Es tan simple como eso», subrayó. El Comité 1922 tiene un peso muy importante en el partido «tory». Agrupa a los parlamentarios que no tienen cargos de responsabilidad en el Gobierno y pasa a la dirección sus peticiones. Desde que comenzaron las negociaciones, sus selectos miembros se negaron a ceder en la reforma del sistema electoral y es público que no están muy contentos con el pacto con los liberales. Se sabía que el ala más radical del partido no está dispuesta a poner las cosas fáciles a Cameron y está visto que la guerra no ha hecho más que comenzar. Quizá su nombre sea un premonición: hace alusión a la fecha de una reunión de diputados «tories» que forzaron a su partido a abandonar el Gobierno de coalición que presidía entonces el liberal David Lloyd George.
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