Actualidad
Vendiendo Coca-Cola
El Pacto de Madrid entre Estados Unidos y España sacó al régimen franquista de su aislamiento. La negociación fue ardua porque Franco cedía territorialidad a unos americanos que nunca le gustaron nada pero que necesitaba para salir del lazareto. Tampoco debió ser grato para el presidente Eisenhower, el liberador de Europa, abrazar en Barajas al teniente general Muñoz Grandes con la Cruz de Hierro de primera clase colgada al cuello. Pero entre las estupefacciones mutuas primaron las españolas. No entendíamos que los americanos trataran la Coca-Cola con el mismo ahínco que la base nuclear de Rota. Por supuesto se les dieron todas las facilidades para su refresco, pero tenían otra tabarra colateral: la distribución de la edición castellana de «Selecciones del Readers Digest», compendio infantiloide de la manera americana de vivir. Los estadounidenses primero venden y luego hacen amigos. Nosotros tenemos ahora «embajaditas» que son «lobbies» comerciales en Bruselas, y altavoces nacionalistas, las catalanas y vascas. Las embajadas de verdad relegaron la economía a los técnicos comerciales del Estado, que ayudaron lo que pudieron según su disposición personal. Como dice el nuevo ministro García Margallo, Exteriores está retrasado 35 años. Nos costó Dios y ayuda conseguir que una pata de jamón ingresara legalmente en Estados Unidos. Deberíamos tomar como modelo la agresividad silenciosa de las embajadas chinas. Las «legacioncitas» son onerosas e inútiles. De lo que se trata es de vender Coca-Cola contra viento y marea.
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