Asturias

La polémica de la Princesa

La Razón
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Pocas personas despiertan ahora mismo tanta expectación como la Princesa de Asturias, para qué vamos a negarlo. Algo muy normal, teniendo en cuenta que Doña Letizia pone siempre una nota cercana y entrañable a sus intervenciones públicas. Pero llama la atención que esta presión mediática gire casi exclusivamente en aspectos que tienen que ver con el colorín. Casi nunca se repara en las frecuentes intervenciones de la Princesa de Asturias en sus mensajes solidarios y transmisión de valores. Tiene más morbo la controversia. Se hace polémica de cualquier desliz o bobada. Interesa mucho más si la Princesa ha coincidido o no con sus cuñadas, o si ha elegido para la ocasión unos pantalones pitillo o un traje blanco que resalta su bronceado, que lo que traslade con sus palabras o gestos. Es verdad que a los príncipes herederos de otros reinos no se les deja pasar una. Y así debe ser. Pero también lo es que en otros países –y en esto está la diferencia–, se tiene bastante más en cuenta lo sustancial que lo anecdótico a la hora de reflejar su quehacer cotidiano. He aquí un ejemplo de lo que digo. Sucedió hace poco, con motivo del Día Internacional contra la Lucha del Trabajo Infantil. La Princesa de Asturias acababa de clausurar unas jornadas en las que habían participado cientos de niños y quiso llamar la atención sobre el hecho de que 210 millones de criaturas trabajen en el mundo. Muchos de ellos, al menos 115 millones, en las peores condiciones: bajo tierra, en contacto con productos peligrosos, de noche, de sol a sol, con herramientas en mal estado, llevando a rastras cargas muy pesadas o hurgando en las basuras. Al final, un crío se acercó a Doña Letizia y le preguntó «¿Cuánto son 115 millones de niños?» «La verdad es que cuesta imaginarlo», respondió Doña Letizia, quien añadió «Con que hubiera un solo niño sentiríamos el mismo rechazo. ¡Pero 115 millones es como para hacer perder el ánimo a cualquiera! Una cifra que nos entristece. Que duele mucho, ¡muchísimo!» Es como si sólo ese chaval hubiera reparado en lo más importante de la intervención de la Princesa de Asturias. Su llamamiento para romper, con la ayuda de todos, ese mundo de marginalidad. Para afrontar que en el mundo haya más de 210 millones de niños explotados y la responsabilidad de la sociedad del hartazgo en semejante atrocidad. En fin, que nunca está de más reflexionar un poco sobre estas cosas, más alla de polémicas más imaginarias que reales, que eclipsan lo que verdaderamente importa.