Estados Unidos
Nada que ver (y III) por César Vidal
En las dos entregas anteriores, he señalado cómo, tanto en cuestiones de política internacional como de política económica, los intentos de trazar paralelos entre la realidad española y la de EEUU más que aventurados son ridículos. En otras áreas, se puede decir que, por añadidura, son imposibles. Por ejemplo, Estados Unidos es una nación enormemente competitiva en todos los aspectos. Frente a esa realidad, se pueden lanzar las jeremiadas que se quieran sobre la falta de compasión y bla, bla, bla. De acuerdo, pero ningún presidente –ni gobernador– va a tolerar una legislación laboral que sirva para mantener a legiones de paniaguados sindicales o que implique que el empresario en lugar de contratar al trabajador se case con él. No existe un mercado laboral como el español porque no hay economía que lo soporte. Tampoco existe presidente dispuesto a permitir una fragmentación del mercado en cincuenta pedazos porque es un disparate económico y administrativo. El texano puede estar orgulloso de serlo y mirará al neoyorkino como si se tratara de un degenerado y el sureño se considerara portador de una quintaesencia que no tiene el habitante del Medio-Oeste, pero que nadie se engañe, aquí todos son, por encima de cualquier consideración, norteamericanos, y fenómenos como los nacionalismos catalán y vasco serían objeto indiscutible de tratamiento en algún frenopático reconocido. El déficit puede ser muy elevado –mantener dos guerras y prepararse para una tercera no es barato ciertamente– pero en Estados Unidos resulta impensable el número de funcionarios, de empresas públicas, de coches oficiales o de televisiones autonómicas que hay en España. Los cuatro fenómenos –que se llevan mucho más de la mitad de nuestro presupuesto en gasto público– constituyen una imposibilidad casi metafísica. De manera semejante, republicanos y demócratas prometerán becas para la universidad, pero ésta, como institución, sólo estará al alcance de los mejores bien académicamente, bien como deportistas o bien porque han servido en el Ejército a la nación. Los escándalos financieros protagonizados por algunas universidades españolas no tienen lugar por la sencilla razón de que los responsables acabarían entre rejas. Incluso –y ya es meritorio– en EEUU los bancos y las empresas devuelven con bastante rapidez los caudales públicos que se les han inyectado porque a nadie se le pasa por la cabeza que el dinero del contribuyente sirve para tapar agujeros causados de la peor manera sin rendir cuentas de él. Baste decir que todos los bancos que recibieron una elevada cantidad de capital en el año 2008 la habían devuelto al Estado en el curso de un año. ¡Igualito que las cajas de ahorros catalanas! De modo que no le demos más vueltas. Aquello no tiene nada que ver con esto, y es así no sólo porque Obama se parezca a ZP como un huevo a una castaña.
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