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José Mota: «Habría que ir invadiendo de a cachitos hasta globalizar el mundo desde La Mancha»

José Mota, «aberronchándose» ante una pelota de tenis
José Mota, «aberronchándose» ante una pelota de tenislarazon

Si alguien nos ha hecho feliz «en lo más crudo del crudo invierno», ha sido él. Con un humor nacido de la calle y para la calle. De su pueblo y para su gente: «El tío la vara», «La Blasa» o «El aberroncho», han sido el antídoto perfecto contra los venenos políticos. Él se sacude los halagos como si llevara impresa la medalla de San Benito en la frente con su «ipse venena bibas»... Inmune a las felicitaciones, sólo se siente un «currante» que ejercita su creatividad para seguir sorprendiéndonos.

-Ha sido su año: premios, audiencias salvajes, hijo Predilecto de Castilla-La Mancha...
-Hemos sembrado y, afortunadamente hemos recogido. Pero soy consciente de que esta regla no siempre se cumple. Ha sido fruto del trabajo –de un gran equipo– que empezó a darle forma hace dos años. Y este segundo año, ha sido la culminación.

-Y no puede pedir más.
-No, salvo salud y afecto.

-¿El mapa geográfico de La Mancha se os está quedando pequeño a los manchegos?
-No lo dudes. La idea que tengo es que habría que ir empezando, «de a cachitos», las invasiones, hasta atravesar los Pirineos y después llegar a París. Pero siempre «de a pocos», que ni se note.

-Como hacían nuestros abuelos con las lindes de las huertas.
-Eso. Y así, en unos setenta años... Cuando veamos a los germanos saludándose entre ellos así: «Eoeeeeeee, eeeeeeeeeeh; ahiiiiiiiiiii», lo habremos conseguido. Después de Europa, pasamos a Asia. Y globalizamos al mundo entero a partir de La Mancha, que era el sueño que tenía Don Quijote.

-Del que usted es su humilde servidor.
-Efectivamente. Salió con ansia de conquistar y dejar la semilla manchega por el mundo entero.

-Porque lo que está claro es que Montiel es el Manhatan de la Mancha, ¿no?
-Sin lugar a dudas.

-La sixta y la nona, «La hora Mota». ¿Alguna vez imaginó que tendría una marcación horaria?
-Estoy preparando un espectáculo en directo que se llamará «La hora y media de José Mota», para ponérselo peor a los relojes. En serio: ha sido una sorpresa, que realmente no esperaba.

-¿Está el patio para humor? ¿O precisamente más que nunca?
-Más que nunca, como ocurrió en la Transición. Es terapéutico, porque da vaselina a todo lo agrio que vivimos. El humor es el arma de defensa necesaria que tiene el ciudadano.

-¿Con qué no se permitiría nunca hacer un chiste?
-Donde hay sufrimiento. El humor no debe tener restricción alguna, salvo las autoimpuestas, y ésas las acato gustoso.

-¿Cómo definiría su humor: blanco, negro o rojo como la selección?
-¿Por qué teñir de color algo que es como un vaso? El humor debe ser transparente. Según el líquido que entre, así se expresa.

-¿Qué le hace gracia a José Mota?
-Lo cotidiano. La realidad es más surrealista que cualquier guión, créeme.

-¿Y qué no le hace ni puñetera gracia?
-Un chiste sobre la hambruna, el dolor, sobre los que sufren.

-¿Le da el Estatut para un sketch?
-¿Por qué no? En la vida hay que quitarle hierro a todo. Yo creo que las cosas hay que relativizarlas

-Queda el humor para poner cordura.
-No lo dudes. Es terapéutico. Es el tubo de escape que nos ha regalado la genética para desdramatizar todo lo que nos hiere. Alguien dijo que comedia es igual a tragedia más tiempo.

-¡Se me está poniendo sabio! No en vano la risoterapia ya es una disciplina paramédica.
-Eso confirma lo que yo llevo pensando mucho tiempo: mente y cuerpo son una única cosa. Lo que te pasa en la azotea tiene mucho que ver con lo que sucede abajo.

-También asume doblajes: «Monstruos SA», «Shrek», ¿su hija reconoce la voz de papá?
-Yo le digo a Daniela: «Papá es el burrito». Pero no termina de comprender lo de estar la voz en un sitio y papá en otro. Es muy pequeñita.

-¿Quién es más fácil de parodiar: Rajoy o Zapatero?
-Ambos. De hecho a los dos los he parodiado

-¿Ensaya con el espejo o tortura a sus seres cercanos?
-Soy más de torturar a los cercanos. Me pongo cansino con el equipo o con los amigos cuando les cuento mis ideas. Pero he descubierto que llegas a la gente cuando te muestras como eres.
«Estamos en la vida para jugar»

-Por eso ha funcionado «La hora de José Mota».
-Creo que sí. Porque rima conmigo

-«¿No sin sus guionistas?» Nunca se les da las gracias al pelotón del equipo.
-Tengo un equipo creativo fantástico formado por cinco personas. Rompo, no una, sino cuarenta lanzas en favor de ellos.

-La humildad es un arte que usted parece dominar bien.
-Soy consciente de que nadie somos nadie. Yo no me confundo: estoy haciendo ésto para divertirme y estoy en la vida para jugar y pasarlo lo mejor posible.

-Del «talante de Zapatero» hemos pasado al espíritu humilde de Vicente del Bosque que practican Rafa Nadal, Pau Gasol, Iker Casillas, Pedrosa.
-A mí quítame, que no soy nadie en esa lista. Yo, humildemente, he aprendido a abrirme la camisa, rasgarme un poquito en el alma y sacar trocitos sin miedo para mostrarme como soy.

-Ha parodiado al Rey... ¿te llegaron ecos de qué le pareció a Su Majestad?
-No del Rey, pero sí me ha llamado Teresa Fernández de la Vega para decirme que le había gustado la parodia que hice de ella. Me dijo: «Me hace mucha gracia lo que haces conmigo y te lo agradezco». Fue una llamada muy bonita, que dice mucho de su sentido del humor. Es difícil gobernar un país sin sentido del humor, ¿no te parece?

-¿Punset le dará algo de los derechos de autor de sus libros? Ha creado usted un meta-Punset?
-(risas) Me ha pagado ya, con una hora de conversación que tuve con él. Charlar con un tipo que ha estado con las mentes más lucidas del mundo –siéndolo también él–, y poder hacerle preguntas. Y que para muchas de ellas tenga respuesta, es impagable.

-¿Me dice cómo se conjuga el verbo «aberronchar»?
-Yo me aberroncho, tu te aberronchas. Significa asirse con ansia viva a algo.

-Eso es una sinestesia suya.
-No, no, claro. La RAE aún no lo contempla.

-Tip y Coll, Leblanc, Esteso y Pajares. Confiese: ¿cuántas veces ha visto la película «Los bingueros»?
-Son humoristas que no se parecen entre ellos, pero todos son geniales con formas distintas de expresar el humor. Todos son maestros. Y los que se te han quedado en el tintero.

-Es un clamor popular: ¿habrá tercera temporada?
-Sí, pero más adelante. Ahora hacemos un «impasse» porque necesito descansar.

-Adiós señor Mota.
-¡¡Aberrónchate contra el rocaje vivo!!


Para llevártelo a casa
Hotel Mirasierra, a la taurina hora de la tarde, bajo un sol de justicia, aparece José Mota y se produce un «congelado audiovisual»: los niños bisbisean y le piden fotos; los adultos esbozan una media sonrisa. Es magnético. Viéndole, escuchándole y escrutando sus inmensos ojos claros, de dibujo animado –tan cristalinos como inmaculados– rechazas aquello de «nunca conozcas a un escritor, si te gustó su libro» que repetía Chandler. O la lapidaria sentencia de Margaret Atwood: «Interesarnos por un artista porque nos gusta su obra es como interesarnos por los patos porque nos gusta el foie-gras». Mentira. Conocer a José Mota es querer llevártelo a casa, porque podría ser tu hermano. Y se dejaría querer, y te querría sin condiciones.