Barcelona
La polución dispara la alergia invernal
El polen de los cipreses y arizónicas, en plena época de reproducción, se vuelve más agresivo debido a la presión anticiclónica, que favorece la concentración de contaminantes
Otras veces pasan inadvertidas. Las cupresáceas se reproducen cada año de diciembre a marzo y nadie les presta atención. Pero ahora, una conjunción de factores: el efecto invernadero, la ausencia de viento debido a la presión anticiclónica y la concentración de partículas contaminantes en el ambiente han vuelto más agresivas a las gramíneas de esta familia de anerógamas, más conocidas como cipreses o arizónicas.
Tomás Chivato, jefe de Alergología del Hospital Militar Gómez Ulla de Madrid, apunta que «las partículas diésel adheridas a los pólenes los dotan de mayor agresividad y otras sustancias que una vez dentro del organismo hacen que éste reaccione mediante el proceso alergénico». Tanto en Madrid como en Barcelona, este tipo de plantas es bastante común en parques y jardines, de ahí que la incidencia de alérgicos sea mayor este año que el pasado. Según los datos del Comité de Aerobiología de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (Seaic), síntomas como la rinitis, la conjuntivitis y el asma comienzan a aparecer entre la población meses antes de su periodo habitual, la primavera.
¿Por qué?
Según la Seaic, si a la temperatura más cálida de lo habitual que estamos disfrutando sumamos el elevado nivel de contaminación de los últimos días, la aparición de síntomas en pacientes alérgicos está asegurada. Además, se están registrando altas concentraciones de polen de cupresáceas en nuestro país, un alérgeno que ocupa el tercer puesto entre los principales pólenes causantes de alergia en la zona centro de la Península.
«Las elevadas concentraciones actuales de este tipo de polen sumadas a los altos niveles de contaminación que estamos padeciendo empeoran la evolución de los pacientes alérgicos. La contaminación convierte a los pólenes en más alergénicos y al mismo tiempo producen una reacción inflamatoria que incrementa la respuesta alérgica», explica el presidente de Seaic, Francisco Feo Brito.
En este sentido, parece tener una especial importancia la emisión de las partículas contaminantes procedentes de los motores diésel, que alteran la estructura del polen aumentando su capacidad de inducir una respuesta alérgica en personas susceptibles.
«Cuando las partículas de polución interaccionan con los pólenes, aumenta significativamente su potencial alergénico. Una de las principales causas es el motor diésel, que puede emitir hasta 100 veces más partículas que los motores de gasolina y otra la alta concentración de polen de cupresáceas de los meses de enero y febrero», detalla Brito.
De hecho desde Seaic aseguran que en los últimos años ha aumentado el número de pacientes sensibilizados a este tipo de polen, un ascenso que «ha coincidido con el progresivo aumento del número de coches diésel y uso de los setos de arizónicas en las nuevas urbanizaciones».
Otras patologías
Además, la contaminación atmosférica provoca un empeoramiento de los enfermos respiratorios crónicos, aumentando las recaídas y los ingresos hospitalarios de estos pacientes cuando se produce un pico de polución,como afirma el presidente de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (Separ). «Está demostrado que con los picos altos de contaminación hay una mayor cantidad de recaídas, ingresos (tanto a urgencias como admisiones en los hospitales) y una mayor mortalidad en pacientes crónicos, ya que los pulmones están expuestos al aire corrupto que respiramos», explica Ruiz Manzano.
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